Hace unos cuantos años, finales de los sesenta, en el Internacional de San Sebastián y merodeando como siempre por las casetas de apuestas, me llamó poderosamente la atención un jinete que, con su pequeño tordo "Cheyene", siempre iba a por todas, empujando, montando siempre hacia adelante. Años después (muchos mejor que yo conocen su extraordinario palmarés ecuestre) con Speed, Granit, Tipytom, Hering... se hizo un indudable hueco entre la élite hípica. No es otro que el inolvidable y tristemente desaparecido Alejandro Zambrano.
Unos cuantos años después en 1981,y estando yo destinado en Melilla, me fui a Barcelona a correr un CSN"C" en el Polo. Aunque Alejandro no lo estaba corriendo, andaba por ahí. Por el Club de toda su vida. Tuve el privilegio de ser presentado, creo recordar que por Alberto Puig, y sin anestesia le pregunté el por qué de no haber contado para la FHE en mas ocasiones como componente del equipo español en Copas de Naciones y como participante en los JJOO Moscú 80 (Cuatro años después ocurriría, todavía con mas méritos, tres cuartos de lo mismo en los JJOO Los Ángeles). La contestación de Alejandro Zambrano no pudo denotar mas señorío: Se limitó a encogerse de hombros y rápidamente cambió de conversación. Decía todo, podía decir mucho más pero no quiso criticar a nadie. CABALLERO de los pies a la cabeza.
Y mi pregunta tenía sentido. Para mí y, con toda seguridad para gran parte de la familia ecuestre española, Alejandro fué tratado siempre injustamente.
En esos intensos días en el Polo barcelonés pude apreciar, por encima de su ganado prestigio como jinete, que Alejandro era admirado y queridísimo como persona.
Hace unos meses se fué, seguramente como quería: con las botas puestas. Y seguro que sigue con ellas, galopando "palante"
(Artículo y foto remitida por Antonio Ferratges, uno de sus grandes amigos, extraida del Anuario 2009 del Real Club de Polo de Barcelona)
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