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24 ago 2015

LOS RECORTES


















LOS RECORTES: EL ORIGEN DE LAS CORRIDAS MODERNAS


Desde tiempos inmemoriales, recorrían los pueblos de España los llamados «matatoros» o «toreadores», divirtiendo al público (y cobrando por ello) mediante la práctica del toreo a pie de forma más o menos rudimentaria (sorteando o recortando a los toros, dándoles lanzadas o saltos, etc.). Además, estaban los pajes que, como parte de su servicio, ayudaban a los caballeros a lancear o rejonear a caballo, realizando los recortes y quites cuando fuera necesario. Con la prohibición de torear a caballo que en 1723 Felipe V impuso a sus cortesanos, los modestos matatoros y los pajes empezaron a torear por su cuenta en las ciudades más importantes y a desatar el entusiasmo del gran público.


Aunque la lidia de toros se practica desde muy antiguo, en la segunda mitad del siglo XVIII se produjeron en España una serie de novedades en su práctica que dio lugar a las corridas de toros en su sentido moderno:
El toreo a pie sustituye al de a caballo.
Los protagonistas ya no son caballeros pertenecientes a clases altas, sino gente del pueblo que se profesionaliza y cobra por su actuación.
Nacen las ganaderías bravas y se comienza a seleccionar los toros para la lidia, frente a la situación anterior de mera espontaneidad.
Se construyen las primeras plazas de toros como edificios permanentes destinados al festejo.
Se escriben las primeras tauromaquias, que fijan la técnica y las normas y van definiendo el arte de torear.


Existieron dos corrientes regionales de cuya combinación surgió el toreo a pie: el ámbito vasco-navarro y el andaluz. La tauromaquia vasco-navarra se basaba en los saltos, en los recortes y en las banderillas, sin mayor sofisticación, mientras que la andaluza se desarrollaba con lienzos y capas para engañar a los toros. Durante algunas décadas ambos estilos se disputaron la primacía del público, saliendo victorioso el modelo andaluz. De la tauromaquia vasco-navarra dejó constancia gráfica Francisco de Goya, que presenció los saltos de garrocha de Martincho, del licenciado de Falces o de Juanito Apiñani en las plazas de Zaragoza y de Madrid. La actual suerte de banderillas es el único legado que ha perdurado de aquel toreo navarro en las corridas de toros, si bien siguen muy vivos los espectáculos de saltos y recortadores en festejos populares.


Con diversas variaciones, se van estableciendo a lo largo del siglo XVIII todos los elementos de las corridas modernas. Se considera al rondeño Francisco Romero el padre del toreo moderno. Romero, fundador de una célebre dinastía, había tomado parte en las últimas corridas caballerescas. Sin embargo, será su hijo Juan Romero y, sobre todo, Pedro Romero (nieto de Francisco), Pepe-Hillo y Costillares, las primeras figuras conocidas, quienes ya en la década de los setenta del siglo XVIII impongan de forma definitiva su visión del toreo frente a la tradición navarra, muy semejante ya a la actual.



EL CONCURSO DE RECORTES



El concurso de recortes es un espectáculo taurino donde los participantes se enfrentan a varios toros, por turnos, y realizan toda clase de recortes, saltos y quiebros sobre el animal, con la finalidad de engañar al toro en el último momento y arriesgar al máximo para llevarse el trofeo.
Los recortes aparecen en las primeras corridas de toros celebradas a pie, en las que el torero, con la única ayuda de su cuerpo o con algún artilugio simple (cinta, silla, garrocha, capucha, espejo) realizan con pericia piruetas ante el embiste del toro como son recortes, saltos o quiebros ajustándose a la cintura los pitones del animal.



Su ejecución requiere excelentes condiciones físicas, mucha habilidad para realizar las suertes y, ante todo, con deportividad. Se cita de frente y se intenta salir del engaño de la forma más limpia posible, incluso andando, y se describe una trayectoria circular tomando como punto de referencia el toro. También son muy comunes los quiebros (de muchos tipos pero siempre caracterizados por la quietud y frialdad del recortador) y saltos (en sus distintas variedades, con el objetivo de pasar por encima del toro sin ser volteado), con garrocha o a cuerpo limpio.
El mismo Pepe-Hillo (1754-1801) recomendaba que se realizaran sólo a los toros boyantes mientras que Francisco Montes (Paquiro) aseguraba poder realizarse a todos los toros. 



Extendidos por toda España, tienen mayor tradición en la zona de Levante y zona centro y eran efectuados con toros, novillos o vaquillas en concursos y en festejos populares en calles y plazas. Algunos de los certámenes de recortadores más importantes en España son: el Campeonato de España (Las Ventas, Madrid); la Liga del Corte Puro (Valladolid); el Errekortari (País Vasco); el Concurso del Pilar (Zaragoza); el Concurso de Fallas (Valencia); el Concurso de la Magdalena (Castellón); el Certamen de Cantalejo (Segovia); y el Concurso de Cortes de Medina del Campo (Valladolid).


Una modalidad de recortes, son los concursos de recortes con anillas. Este tipo de recorte, requiere quizás mejores condiciones físicas que el recorte artístico o estético, ya que lo se intenta es colocar anillas en los pitones de la res, generalmente vacas con pitones bastante desarrollados que exigen mucha dosis de experiencia por parte del recortador ya que, en muchos casos, son animales con oficio pues son vacas que han salido muchas veces a estos festejos.
 Aquí, la manera de citar, rara vez se produce de frente, sino con la vaca semivuelta, de modo que cuando la llame el recortador, esta se vuelva y vaya hacia él, el cual también describe un semicírculo para ganarle terreno.
Este tipo de cite se le denomina ‘a la media vuelta’. En el encuentro, entra en juego el temple del recortador para aguantar en la cara de la vaca y su destreza para meter la anilla en el pitón.

Las anillas son un aro metálico, de 7-8 cm. de diámetro con una cinta atada de colores vistosos para poderse ver a cierta distancia y contabilizarlas. En los concursos de recorte artístico la participación es individual, no como en los concursos de anillas, que se participa por parejas, lo cual requiere una gran compenetración para hacer los recortes uno detrás de otro llegando a dominar a la vaca, siendo necesario hacerlo rápido por el corto periodo de tiempo con el que se cuenta. En Zaragoza tenemos la suerte de tener quizás el más importante concurso de recortadores con anillas de España, seguido de los celebrados en Pamplona y últimamente en Castellón.



Cristina Fdez. de Valderrama Alonso