Mostrando entradas con la etiqueta Callejero de Madrid y Carmena. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Callejero de Madrid y Carmena. Mostrar todas las entradas

17 feb 2016

CALLEJERO DE MADRID














Alfonso Ussía.  /  10/07/2015

A quien corresponda
A la presumible alcaldesa de Madrid y a quien en realidad gobierna sobre ella: He leído que han previsto eliminar del callejero de Madrid más de trescientos nombres. Agustín de Foxá, José María Pemán, Salvador Dalí, Santiago Bernabéu – no hay huevos–, y Pedro Muñoz-Seca, entre otros. Por franquistas. Permítanme que hoy me ocupe exclusivamente del último. Nació en el Puerto de Santa María, se doctoró en Derecho y Filosofía y Letras en Sevilla, se instaló en Madrid para cumplir con sus sueños de autor teatral y estrenó en la Capital de España 187 comedias.
Casado y con nueve hijos, la segunda de ellos, mi madre.
Don Pedro pudo ser franquista, pero sus antecesores en el odio no le permitieron la libertad de elegir. En julio de 1936 estrenó en Barcelona, en el Teatro Poliorama, su comedia la «La Tonta del Rizo». No iba con segundas porque no conocía a la señora Carmena. En Barcelona fue detenido y llevado a la prisión-checa de San Antón. Y cuatro meses más tarde, el 28 de noviembre de 1936, torturado y asesinado en Paracuellos del Jarama, sacrificio que compartió con otros cinco mil españoles, más de un centenar de los cuales eran menores de edad. Hijos de militares. Pena de muerte.
Don Pedro, que no le hizo mal a nadie y bien a muchos , perteneciente a la clase media andaluza, era el segundo varón de la familia, precedido por su hermano don Francisco, médico del Puerto de Santa María y seguido por su hermano don José, pediatra con toda su carrera desarrollada en Madrid. Hasta que pudo vivir y mantener a su familia con sus éxitos teatrales, trabajó en el bufete de don Antonio Maura e impartió clases particulares a domicilio de Griego, Latín y Hebreo. Entre sus éxitos, a punto de cumplirse el centenario de su estreno, destaca «La Venganza de Don Mendo» la obra teatral que comparte con «Don Juan Tenorio» de Zorrilla, el honor de ser la más representada en la historia del Teatro en España.
Don Pedro era colaborador de ABC, lector de ABC y suscriptor de ABC, entre otros motivos por su estrecha amistad con don Torcuato Luca de Tena. Y era monárquico. Su amistad con Don Alfonso XIII está documental y visualmente demostrada. Podían quitarle ustedes la calle por monárquico y lector de ABC, pero no por franquista, que podía haberlo sido, pero sus antecesores en el odio lo asesinaron antes de que pudiera elegir.
Siendo portuense y vecino de Madrid, su gran amor fue San Sebastián. Allí, en el Teatro Victoria Eugenia, estrenó una decena de obras. Se enamoró de una villa de Ondarreta. Era amigo de los Llobregat que tenían una casa «Toki Ona», que significa «Villa Grande», y de los Satrústegui y Padilla, propietarios de «Toki Eder», «Villa Hermosa». Mi abuelo quiso bautizar a su casa «Toki El Timbre», pero no pudo hacerlo porque ya, sus antecesores en el odio, lo habían asesinado. Cuando se confirmó su muerte, Don Alfonso XIII le envió desde el exilio una carta a mi abuela, con el sobre manuscrito: «Dª Asunción Ariza, Viuda de Muñoz-Seca. ‘‘Villa Toki El Timbre’’. Ondarreta. San Sebastián. España». Los Muñoz-Seca no vivían allí, pero la carta llegó.
Durante el cautiverio –horas y horas pasé junto a sus compañeros supervivientes conociendo detalles–, Don Pedro se convirtió en el repartidor de optimismos y esperanzas. De cuando en cuando aparecía por ahí el despreciable Gálvez, uno de los más abyectos personajes de la época, visitador de checas y ejecutor de quienes consideraba sus adversarios. Don Pedro había ayudado a Gálvez, un mal poeta, a sobrevivir durante años. El 27 de noviembre, le llegaron rumores de su inmediato «traslado» a Valencia. Ya lo había firmado Santiago Carrillo. Se trataba de unos «traslados» a Valencia muy fugaces, por cuanto el traslado finalizaba siempre en la hilera de la muerte de Paracuellos, ante el pelotón de fusilamiento del Frente Popular.
Don Pedro se encerró con el padre Ruiz del Rey, en una celda en la noche del 27. Salió fortalecido. De su puño y letra escribió a su mujer la última carta. Está fechada el 28 de noviembre de 1936, horas antes de ser pasado por las armas. En la carta, que le llegó a mi abuela a través del encargado de Negocios de México con tres años de retraso, don Pedro le relaciona las pequeñas deudas que ha dejado entre sus compañeros. Tranquiliza a la familia. Manda un profundo beso a sus hijos y les hace ver que su sacrificio es por España. Ordena a su mujer que se ocupe de su madre, allá en el Puerto de Santa María. Se reafirma en su Fe y le ofrece a Dios todos sus sufrimientos. Perdona a sus verdugos. Es una carta de dos cuartillas, emocionante y sintética. Algunos de sus hijos murieron sin leerla. En la postdata la última frase: «Como comprenderás voy tranquilo y libre de culpas».
A las seis de la mañana se oyó su nombre. Abrazos y despedidas. Los milicianos «Dinamita» y Riquelme –sus antecesores en el odio–, le arrebataron el abrigo, rompieron sus gafas y para humillarlo, le cortaron sus largos y célebres bigotes. Con un alambre le ataron las muñecas y lo llevaron al camión de los afligidos. Ya en Paracuellos, pidió un cigarrillo. Había sido un fumador empedernido y llevaba diez años sin fumar. Un miliciano piadoso se lo encendió y lo puso en su boca. «Cuando queráis. Dentro de poco estaré en un lugar muchísimo mejor que éste».
A las 8,23 de la mañana, junto a ciento tres compañeros de martirio, se puso ante las ametralladoras, algunas de ellas manejadas por brigadistas internacionales. No pudo abrir los brazos porque los tenía atados con los nudos de bramante. Gritó «Viva España y Viva El Rey».
Y cayó a saco, con la cabeza rota y el pecho atravesado. Sus huesos descansan en una de las inmensas fosas comunes.
Sus antecesores en el odio, presumible señora alcaldesa de Madrid y el Coletas que en Madrid manda, lo fusilaron cuando contaba 57 años de edad. No había hecho mal a nadie. Ustedes, ahora, los herederos del mismo odio, lo quieren fusilar de nuevo borrándolo del callejero de Madrid. Toda una vida cultural desarrollada en Madrid, y de nuevo, la ráfaga de los disparos del rencor.
Pobre gentuza.




 Juan Luis Nacarino Dominguez

2 feb 2016

CALLE DEL GENERAL DÁVILA





Nada hay como el soldado español y mi única aspiración siempre ha sido estar a su altura


CALLE DEL GENERAL DÁVILA (General Rafael Dávila Álvarez)


¡Por fin!
¡Gracias! Señora alcaldesa de Madrid, de cuyo nombre no quiero acordarme, por retirar el nombre de mi abuelo el Capitán General don Fidel Dávila Arrondo. Se lo agradezco en mi nombre y en el suyo. No es precisamente el nombre de una calle a lo que aspiraba mi abuelo sino transmitirnos, como así ha sido, el alto sentido de servicio a España, la honradez y la humildad.
Suprimir la calle con su nombre era un clamor popular, una necesidad que no podía esperar un día más. ¡Cuántos vecinos de Madrid dormirán tranquilos sabiendo que la calle del General Dávila ya no existe! ¡Qué alivio! Se acabaron las protestas y reivindicaciones que colapsaban la administración municipal. Por cierto ¿Sería tan amable de decirme el nombre que va a sustituir al general? ¿Otro general? Es simple curiosidad. Le podría dar alguna idea.
Como, a mi juicio, y perdone mi reflexión escrita, no es la inteligencia un signo distintivo de su ayuntamiento, le digo de antemano que no hay ninguna ironía en mis palabras y mi agradecimiento es muy sincero. Ruego lo  acepte como un regalo de Navidad; perdón para usted mejor utilizar el término fiestas.
Pues sí, en esta Navidad (fiestas para usted) el espíritu de reconciliación y concordia y de respeto al pluralismo hay que ponerlo en marcha. Pero algo veo que falla. Aquí y perdone la reflexión, a buen seguro equivocada, el sectarismo, el gasto inútil y la, aún más inútil, venganza es lo que adorna este gesto tan necesario.


Pero estoy de acuerdo con usted en que mi abuelo, al que conocí y mucho me enseñó, hombre sabio, honrado y humilde, no debe estar en una calle de un ayuntamiento del que usted es alcaldesa. Por eso le doy las gracias. Su nombre al lado del suyo afea su plural, discreta y eficaz gestión y a mí me molesta enormemente que eso ocurra. Adivina, adivinanza. La sintaxis es caprichosa, a veces.
No hace falta que me recuerde la ley de no sé qué memoria. Yo la llamaría ley de ideología. No hay mayor intransigencia y fanatismo que convertir el sectarismo, la ideología, en ley. Cuando no se convence con rigor histórico, con argumentos, se imponen las ideas por ley. Ya sabe usted lo que eso significa. ¿Le suena? Sabemos quién tiró la piedra, pero también sabemos quién la recogió, la volvió a tirar y esta vez escondió la mano. Cosas de la política de incumplimientos.
Prohibir es lo que mejor saben hacer.


En fin, señora alcaldesa, somos tres generaciones, tres generales apellidados Dávila, y lo que ni usted ni nadie puede retirar es la historia de esas tres generaciones y la memoria del servicio a España.
Hay que leer. Hay que estudiar. Y hay que dejar de interpretar la historia bajo el sectarismo de una ideología. Sin imposiciones y prohibiciones de las que Madrid ahora es pionera en Europa.
Paseo del General Dávila en Santander



Gracias de nuevo, sin ironía, y siento decirle que yo también he borrado su nombre de mi memoria. Recuérdemelo cuando nos veamos. O mejor, imponga su nombre a una de las calles de Madrid sustituyendo a la de un general. Encaja perfectamente en lo que a diario vemos.
Feliz Navidad, señora alcaldesa, aunque para no ofenderla se lo diré de otra manera: felices fiestas.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez




BREVE BIOGRAFÍA DE MI ABUELO EL GENERAL DÁVILA


Nació en Barcelona en 1878. De incipiente vocación militar alcanzó el grado de subteniente de Infantería (alférez) a los 17 años y al fallecer, inmediato a los 84 años, el de capitán general.
Tres campañas militares: Cuba, Marruecos y la de 1936-1939.
Sus características militares eran el estudio profundo, la permanente formación y la rigurosidad de su trabajo tanto como oficial de Estado Mayor o como jefe del Ejército del Norte. Su humilde caminar por la vida le han hecho un general casi desconocido cuando fue el cerebro de importantes hechos tácticos y estratégicos tanto en la guerra de Marruecos como en la de 1936-39.
Fue Jefe de la Sección de Campaña de la Comandancia General de Melilla entre 1919 y 1921. Rechazó el plan de ocupación de Annual, pero sus consejos fueron desoídos por el general Silvestre. El enorme esfuerzo físico y psíquico al que se vio sometido le hizo enfermar y tuvo que ser evacuado días antes del Desastre de Annual. Posteriormente preparó y documentó la operación sobre Alhucemas que culminó en el desembarco y recuperación del territorio.

Ascendió a Coronel por méritos de guerra en 1924 y a general de Brigada en 1929.
Se retiró con la Ley de Azaña al no admitir renegar de sus creencias monárquicas y religiosas dedicándose en este periodo a la enseñanza en Burgos, trabajando para el Círculo Obrero Católico.  A pesar de ello el gobierno de Azaña, que conocía su capacidad de organizador, le propuso ser nombrado Subsecretario del ministerio de guerra lo que rechazó.
Al estallar la guerra en 1936 se hizo cargo de Gobierno Civil de Burgos, formando desde sus comienzos parte de la Junta de Defensa Nacional..
En octubre de 1936 fue nombrado por Franco Presidente de la Junta Técnica del Estado y Jefe de Estado Mayor del Ejército. A la muerte del general Mola fue nombrado Jefe del Ejército del Norte y posteriormente ministro de Defensa Nacional.
En agosto de 1939 fue nombrado Capitán General de la 2ª Región Militar con sede en Sevilla, a la que amó profundamente y donde su hijo Manuel, también general y Medalla Militar, conoció a una bella sevillana con la que se casó. Mis padres.
Posteriormente fue Jefe del Alto Estado Mayor de Ejército, ministro del Ejército, Consejero del Reino y Presidente del Consejo Superior Geográfico.
Falleció en Madrid el 22 de marzo de 1962.
El general Dávila, mi abuelo, ha pasado casi desapercibido por su humildad y sencillez. Él junto al general Vigón fueron los cerebros de la táctica y los que desarrollaron todos los planes de guerra que dieron el triunfo a las tropas nacionales.
Como abuelo le admiré y presumo de ser uno de sus nietos favoritos. Conservo su sable, su faja de general y su estilo, al que jamás renunciaré. Y algo que siempre llevó en su bolsillo, la reliquia de San Fidel. Ahora la llevo yo. Un hombre bueno que se retiró en silencio, igual que había vivido. Honorable, honrado y bueno.
Hoy he hecho algo que jamás me hubiera él permitido, escribir estas líneas y el artículo sobre la retirada de su calle.
Abuelo te pido disculpas. Acéptalas. Es únicamente por levantar una voz en defensa del honor y la honra.

Perdóname. Me hubiese gustado ser como tú.



Orden de 1938 al Ejército Nacional en relación con el trato a la población catalana.

Curiosísimo documento histórico que me acaba de llegar sobre la conducta de las tropas de Franco en Cataluña tras la conquista.

Curiosa también la fecha, abril de 1938… Aunque parece inmediata la toma de Cataluña, todavía tardarán casi un año en poder cumplirla… un río y algunas cosas más se cruzaron en su camino.

Merece la pena leerla despacio… Por cierto, la orden la dio el mismísimo Generla Dávila… ése al que la alcaldesa le quiere quitar una calle por fascista represor, monstruo asesino, etc, etc.











Santiago Alvarez Herrero