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25 jun 2018

MI VIAJE POR ÁFRICA V




















MI VIAJE POR ÁFRICA V




…por la mañana temprano, sentados en una especie de banco del jardín adosado al guardarrieles de la locomotora, en una posición que nos permite contemplar la totalidad del paisaje.

Todavía un cuarto de hora en salir de Mombasa y, por fin, tras cruzar el canal por un largo puente de hierro, el tren se dirige de verdad al corazón de África. La línea asciende por una pronunciada pendiente, serpenteando con perseverancia a lo largo de estas vastas regiones mientras la tierra se despliega loma a loma y valle a valle,hasta que, tras una última mirada al mar y a las cofas militares del Venus -buque de su majestad- que ofrece una estrafalaria imagen en medio de las palmeras, nos sentimos totalmente sumergidos en el paisaje. Durante todo el día el tren circula cuesta arriba en dirección oeste, sobre un suelo ondulado e irregular, revestido por completo de frondosa vegetación. Preciosos pájaros y mariposas vuelan de árbol en árbol y de flor en flor. Profundas y abruptas gargantas, por donde fluyen caudalosos arroyos, se abren a nuestros pies, asomándose en los claros que surgen entre las palmeras y los árboles cubiertos de plantas trepadoras. Aquí y allá, a intervalos que se irán volviendo más cortos cada año, se ven plantaciones de caucho, fibra y algodón, la primera muestra de estos inagotables recursos destinados a un día la aun ilimitada demanda europea de estos productos básicos.

Continuamente atravesamos pequeñas y pulcras estaciones, con sus señales, depósitos de agua, oficinas de billetes y perfectos macizos de flores, cortados siempre por el mismo patrón y protegidos con impenetrables setos. En suma, un fino hilo de científica civilización, basada en la organización, la autoridad y el orden, que se tiende a través del primitivo caos del mundo.
Por la tarde empieza a soplar un viento más fresco y tonificante. Las húmedas tierras litorales, con sus fiebres y sus esplendores, han ido quedando atrás. A una altitud de cuatro mil pies ya es posible reírse del Ecuador. La jungla se transforma en bosque, no menos exuberante, pero con unos rasgos netamente diferenciados. El olivo remplaza a la palmera. En conjunto, la tierra ofrece una imagen más acogedora y familiar aunque no menos fértil. Después de la estación de Makindu el bosque desaparece. El viajero penetra en una zona de pastizales.





Chevi Sr.