8 jun 2013

Inquietudes hípico-militares de comienzos del siglo XX







NECESIDAD DE LA ESCUELA DE EQUITACIÓN


Al considerar necesaria la condición de jinete en los que con categoría de oficial sirven en el Ejército, teníamos presente que los Cuerpos de Sanidad y el Eclesiástico son destinados indistintamente á Institutos a pie o montados; que el de Veterinaria tiene sus puestos en los montados; que el Jurídico ha de acompañar a los generales en campaña; que en Infantería llegarán a jefe; que Artillería, Ingenieros y Administración tienen fuerzas montadas; además, que todos, dentro de la categoría de subalternos, pueden tener destinos que exijan gran movilidad a caballo, y, en fin, que los oficiales de Caballería tomarán chocolate a caballo y dejarán el pie en el estribo en las horas de descanso. 
Y al pedir se vuelva a organizar la Escuela de Equitación, lo hacemos para que en ella esté ardiendo constantemente la afición al varonil y útil ejercicio de montar a caballo y se perfeccionen las reglas conducentes al acertado aprovechamiento de los valiosísimos servicios que tan hermoso animal ha de prestarnos en paz y en guerra. Mas no pedimos la organización de este Centro, exclusivamente para el Arma de Caballería, sino para que por él pasen un período, más o menos largo, todos los oficiales de las Armas de combate. 
Si esto pensamos con relación al conjunto, ¿qué no pensaremos con referencia al Arma de Caballería?, entendiendo, como entendemos, que entre los oficiales de ella debe estar el doctorado dé los hombres de guerra a caballo, y que sobre éste está el edificio de sus glorias. 
Se dirá: para eso está su Academia. ¿Responde ésta a las necesidades indispensables para hacer jinetes cual deben ser los de Caballería? Que se conteste el que se tome la molestia de continuar leyendo. 
En este centro se presentan aspirantes que llevan en su inteligencia una cantidad notable de conocimientos, casi siempre extraños a la profesión de las armas; esto se les exige, esto cumplen, sin pararse a considerar que éstos han de ser aplicados a caballo, base que dudan si les querrá sostener. 
Ingresan: el plan de estudios de ciencias y artes teóricas, aplicables a las carreras militares, es tan extenso en calidad y cantidad, que nada más pasar la vista por él se aprecia que el edificio se construye con suma perfección, teniendo que dejar, por esta razón, mal colocados los cimientos. De donde resulta que una parte, al salir a oficiales, no pueden cumplir el mandato del Reglamento Táctico, de ser los modelos para sus soldados, en todos cuantos movimientos á caballo ejecuten ó manden ejecutar. 
Dejar á la iniciativa de éstos el perfeccionamiento para responder como se pide, no lo consideramos prudente, si se atiende á los medianos recursos que los regimientos tienen, y al poco tiempo que deja el cumplimiento del servicio. 
Bien es cierto que algunos llegan, con una afición que no puede medirse, a conseguir estas condiciones; pero también lo es que otros, por circunstancias extrañas a su deseo, medio olvidan lo que aprendieron, al mismo tiempo que perdiendo la afición reducen sus funciones de jinete a las exigencias reglamentarias, que sabemos todos consisten en dejar a su caballo siga detrás del que va delante.

L.A.
LA CORRESPONDENCIA MILITAR 
 Núm. 7020  Año XXV
Madrid, 8 de Febrero de 1901




Alberto Larraguibel con Huaso (Foto Wikipedia)


Guillermo




11 comentarios:

Javier de la Uz dijo...

¡Sabia decisión! Que en los últimos años, no ha sabido ver ni la Jerarquía Militar ni la Política. “Tanto monta, monta tanto…”

Eduardo Gortázar dijo...

No le faltaba razón al autor del artículo que nos expone Guillermo en esta entrada.
Casi dos años más tarde, diciembre de 1902, se vuelve a crear, siendo Weyler Ministro de Guerra, la Escuela de Equitación Militar, y digo se vuelve a crear pues ya tuvo una primera época de 1884 a 1893.
"Artículo 1º Se crea una Escuela de Equitación Militar, cuyo objeto será la ampliación y fomento de los conocimientos eouestres, en los cuales deben sobresalir y distinguirse siempre todos los jefes y oficiales de Caballería,hasta el punto de ser, no tan sólo consumados jinetes, sino los únicos y exclusivamente encargados en los cuerpos del arma de la instrucción hípica do los hombres y de la doma del ganado".


Las promociones que salían de la Academia de Caballería, debían realizar un curso abreviado en la Escuela por la conveniencia de que los nuevos oficiales del Arma perfeccionasen sus conocimientos hípicos. Tenía una duracion de unos seis meses.

Respecto al los "Centauros", desde 1907 hasta la guerra completaron el curso unos 170 oficiales, todos de Caballería excepto dos artilleros en 1916.

Pasaron muchos jinetes por la Escuela, aprendieron a montar los curas , los jurídicos, los veterinarios, los artilleros y hasta los infantes...Pero la élite siguió siendo del Arma de Santiago.

Salocin dijo...

Puntualizo a Eduardo Gortazar,
Eduardo tu comentario de que en la Escuela aprendiron a montar ...Hasta los infantes (sic) es poco afortunado ya que sería prolijo enumerar el gran numero de Infantes que lucen en sus guerreras el preciado "Centauro" y otros muchos que sin conseguir titularse,han dado innumerables paginas de gloria a la equitación militar.
Considero tu comentario poco respetuoso,producto de tu desconocimiento y de tu insensatez.
Nicolás de Ybarra

Eduardo Gortázar dijo...

Siento profundamente el malestar que te ha causado mi comentario que de manera sarcástica introduje y sin el propósito de ofender, líbreme Dios, te lo aseguro.
Sirvan estas disculpas para cualquier otro que haya sentido lo mismo que Nico. Lo siento de corazón.

Chevi Sr dijo...

Gori, pelillos a la mar, Salocin anda un poco susceptible, y no debe conocerte. No dejes de participar y comentar, aunque alguna vez alguien pueda malentender. Yo te entendí perfectamente, así que detrás de mi todos, ¿digo yo?¡Viva la fiel!, aunque la élite es la élite...(no te me cabrees Salocin)

Santi Z dijo...

Querido Nicolás,

creo que estaba claro el tono de broma del comentario de Gortazar y entre nosotros este tipo de bromas es recurrente, los de Caballería también las soportamos continuamente y tu eres un especialista además de fino y agudo "ironista". Como te conozco, creo que te pilló en mal momento y sin el mosquero puesto. ¡Viva la Fiel y un fuerte abrazo!

Y dicho esto, ahora solo entre tu y yo, la élite, lo que se dice la élite, es el Arma de Santiago ¿no?

Salocin dijo...

Ni cabreado,ni susceptible,ni en mal momento,acepto las disculpas de Eduardo,pero ayer al leer el comentario no percibí el humor ni la ironía,solo me acorde de mis compañeros de Arma y de los brillantes historiales hípicos de varios de ellos.
Pero aquí como en botica,tiene que haber de todo.
Y lo de la "elite" creo que hubo un pasado,un presente y ,desgraciadamente,poco futuro
Nicolás de Ybarra

Chevi Sr dijo...

"Mas no pedirnos la organización de este Centro, exclusivamente para el Arma de Caballería, sino para que por él pasen un período, más o menos largo, todos los oficiales de las Armas de combate"

Guillermo C.Requena dijo...

"Mas no pedimos....", ya está corregida la errata, perdonad, estoy emocionado... después de más de dos años....

Guillermo C.Requena dijo...

Desconozco como estaba la Infantería en aquellos tiempos, según un editorial del mismo periódico y de la misma fecha....la Caballería andaba algo jodía.


LA CORRESPONDENCIA MILITAR Núm. 7020 Año XXV
Madrid, 8 de Febrero de 1901 EDITORIAL

NUESTRA CABALLERIA / MALES PROFUNDOS
Con inquebrantable fe y sincero entusiasmo estudiamos continuamente cuantas cuestiones se refieren al Ejército, tratando de contrarrestar la acción de las perjudiciales y de coadyuvar á la beneficiosa influencia de las ventajosas.
Como decimos, oon verdaderos y honrados afanes damos forma á nuestra diaria labor planteando ó resolviendo diversos problemas de organización militar; más cuando, como hoy, no es de técnicos asuntos de los que tenemos que ocuparnos, sino de hondas amarguras, de reveses crueles, del destino qne anonada á la gran familia militar, semblanza de nuestros entusiasmos, adormécense nuestros afanes y hasta vacila la poderosa columna que sostiene la fe que nos alienta.
Y es que los males que afectan á la materialidad, al Cuerpo del organismo militar, aunque graves, aunque de vigente y perentoria curación, pueden admitir dilación más ó menos pequeña á su remedio; pero los que afectan al espíritu, los que conocen el alma y matan todo destello de grandeza moral, esos... aniquilan, derrumban, y su obra destructora, llevada a cabo en cortos momentos, cuesta inmensos triunfos y largo tiempo contrarrestarla, reconstituyendo, reanimando, reengrandeciendo.
Todas estas consideraciones nos sugiere la propuesta de ascensos de este mes del Arma de Caballería, que en estos momentos tenemos ante nuestros ojos, colocada dentro del estrecho marco de un número del Diario Oficial.
Por esa propuesta ascienden al empleo inmediato, de los 590 capitanes que tiene la Escala activa del arma, UNO; de los 550 primeros tenientes, UNO; de los 250 segundos, UNO. Jefes, NINGUNO.
El capitán que asciende á comandante tiene 52 años de edad, lleva 31 años de servicio, y de ellos 12 de antigüedad en su empleo.
El primer teniente que asciende á capitán tiene 45 años de edad, lleva 25 años de servicio, y de ellos 12 también de antigüedad en su empleo.
Estos datos, á los que conocen á fondo el Ejército, á los que paso á paso le siguen en el espinoso calvario de sus sufrimientos, sus penalidades y sus sacrificios, estos datos, repetimos, aterran, anonadan.
¡Ascienden á comandante de Caballeria á los 52 años de edad y llevando 12 de antigüedad en el empleo de capitán! ¡ascienden á capitán de Caballería á los 45 años de edad y llevando 12 también de antigüedad en el empleo de primer teniente!
¿Puede así haber Ejército? ¿Qué entusiasmo, qué ilusiones, qué espíritu ha de reinar en el fondo del alma de la oficialidad española? Solo á la desesperación y al desaliento se deja así paso; sólo el fuego del sufrimiento y de la amargura es el que presta calor á los hogares militares.
Y con hogares tristes, con mansiones repletas de escaseces á cambio de innumerables y honrados servicios prestados á la Patria, no puede haber espíritu militar sano, vigoroso, potente.
Demasiado sabemos que, como nosotros, conduélese de estas situaciones en que los jefes y oficiales se ven, el ministro de la Guerra. Nos consta que á su estudio y á su solución dedica gran parte de sus afanes y de su actividad; pero ni el general Linares, ni nadie, podrá resolver nunca tan arduos problemas sin recursos, sin dinero, que es lo que los hombres civiles persisten en negar al Ejército, tratando, por lo visto, de sitiarlo y rendirlo por hambre, después de haberlo desprestigiado por digno, por valeroso y disciplinado.
¡Qué es el colmo de lo inconcebible y de lo anómalo!

Chevi Sr dijo...

Bueno, la frase es igual de buena si "Mas no pedirnos", o si "Mas no pedimos...."