“El carácter del hombre también encuentra su expresión en el entrenamiento y el rendimiento del caballo. El que es juicioso, se convierte en un maestro. El inspirado, en un artista. El técnico, en un controlador en exceso. El violento, en un subyugador. El taimado, en un estafador. El cobarde, en alguien que hace erróneas concesiones. El tímido, capitula. El que tiene mal genio, se vuelve injusto. El malicioso, se vuelve cruel. El melancólico, se vuelve un frívolo. El apresurado, se frustra. El impaciente, se vuelve infeliz. El necio, en complaciente. El snob, se convierte en un fantoche más o menos feliz con su caballo. El prudente, en un eterno estudiante, incluso si es ya un maestro. ¿El sabio sin embargo?........... El sabio en la montura raramente se encuentra. Se le reconoce por su extrema modestia, porque sabe que nadie puede resolver todos los acertijos que nos presenta el caballo; la vida es demasiado corta.”
Udo Burguer.
El caballo blanco
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