Artículo que nos trasmite
Carmen Orihuel
LA SENSIBILIDAD EN CABALLOS PARA DETECTAR EMOCIONES.
El sistema emocional es un
mecanismo que compartimos todos los mamíferos, y esto ya debería ser suficiente
para hacernos reflexionar sobre la necesidad de otorgar el estatus moral que se
merecen los animales no humanos. La emocionalidad es por lo tanto un rasgo
común, que nos une y nos vincula, y que nos ha permitido evolucionar hacia lo
que hoy en día nos hemos convertido. Algunos animales demuestran una alta
sensibilidad en la detección de las expresiones emocionales.
Charles Darwin fue una de las
primeras personas que reflexionó sobre estas cuestiones tan interesantes como
la expresión emocional, y el primero en escribir sobre ello en 1873 en su obra
The expresions of the emotions in man and animals.libro charles darwinLo que
nos viene a decir es que, las reacciones emocionales tienen una función
importante en el proceso de adaptación, por lo que son perfectas candidatas
para formar parte del esquema de la selección natural. Un aspecto que ha sido
muy discutido es que aquellas emociones que han sido adaptativas se heredan y
esto incurre
en una explicación puramente lamarckista. El gran valor que Darwin
aporta en su reflexión es que la expresión de las emociones es innata, y es que
existe un sustrato anatómico y fisiológico común en todos los individuos de una
misma especie, lo que permite que la expresión de las emociones sea idéntica
entre ellos (Choliz, 1995).
Del mismo modo compartimos
elementos anatómicos y procesos fisiológicos entre mamíferos, que permiten que
nos reconozcamos mutuamente nuestros estados emocionales.
Hemos defendido desde la
intuición y la experiencia la increíble sensibilidad que tienen los caballos
para identificar las emociones humanas, y modular su comportamiento en
respuesta a esos estados emocionales. Algunos de los caballos más expresivos se
convirtieron en un verdadero espectáculo, como ocurrió con Clever Hans, “el
caballo que sabía matemáticas”.
En 1907 el psicólogo alemán Oskar Pfungst demostró en una
investigación formal que el caballo NO sabía matemáticas, pero era capaz de
identificar entre las reacciones de los asistentes, aquellas que estaban relacionadas con la
respuesta correcta a la operación aritmética planteada. Es decir, si el público
conocía la respuesta correcta, y el caballo se aproximaba a este número
golpeando con su pata en una tarima de madera, el público asistente transmitía
toda esta información al caballo con su expresión emocional. Esto demuestra una
extrema sensibilidad en el caballo para detectar reacciones sutiles en humanos.
La semana pasada se ha publicado en Biology Letters un
nuevo estudio MUY MUY INTERESANTE del que nos queremos hacer eco, porque supone
un apoyo fundamental al desarrollo de las experiencias de aprendizaje
acompañados de caballos.
¡Y ESTAMOS MUY CONTENTOS Y AGRADECIDOS POR ESTO!
El estudio realizado en el Mammal Vocal Communication and
Cognition Research Group de la Universidad de Sussex (UK) demuestra que, como
en los perros, nuestra co-evolución (caballo-ser humano) ha permitido que el
caballo salte la barrera entre especies en el reconocimiento de las expresiones
emocionales humanas.
Este estudio se realizó con 28
caballos, a los que se les mostraron fotografías de personas desconocidas
mostrando emociones de enfado y alegría. Algunas conclusiones del estudio son
muy ilustrativas: Los caballos mostraron una comprensión funcionalmente
relevante de los rostros que estaban viendo.
En primer lugar, se ha
observado que los caballos tuvieron una fuerte reacción a los estímulos
negativos pero en menor medida a los estímulos positivos, y esto demuestra el
peso que tiene para los animales el reconocimiento de las amenazas del entorno.
Según las investigadoras, poder reconocer rostros enojados actúa como un
sistema de alerta, y permite a los caballos anticipar el comportamiento humano
negativo, como puede ser un manejo violento.
Se observó que la reacción más
destacable ante un estímulo negativo fue girar la cabeza bruscamente para poder
mirar con el ojo izquierdo, y es que el ojo izquierdo envía la información al
hemisferio derecho del cerebro, el lugar donde se procesa la reacción ante
situaciones amenazantes.
No es la primera aproximación
que se realiza en el campo de la expresión emocional en caballos, de hecho,
parte del mismo equipo de la Universidad de Sussex que ha publicado este
artículo que comentamos, realizó un interesantísimo trabajo (en colaboración
con la Universidad de Portsmouth y la Universidad Duquesne en Pennsylvania)
sobre la expresividad facial del caballo. Un trabajo cuyas conclusiones se
publican en la revista PLOS ONE en agosto de 2015, y ofrece una compilación de
estas expresiones faciales, encontrando que los caballos poseen hasta 17 tipos
de expresión, tres más que en chimpacés. Las conclusiones del estudio sugieren
que no sólo el caballo cambió la historia y las sociedades humanas desde que
empezó a ser domesticado, sino que podríamos hablar de cómo el ser humano
también ha intervenido cambiado al caballo. Este trabajo apuntala la idea sobre
la significante influencia que han tenido los factores sociales en la evolución
de las expresiones faciales, rompiendo con la antigua creencia de que un
mamífero tendrá menor riqueza en sus expresiones faciales cuanto más alejado
esté (en términos evolutivos) del ser humano.
Resulta verdaderamente
interesante y motivador encontrar estos avances en el conocimiento de una
especie tan próxima al ser humano en términos etológicos, no genéticos, con la
que llevamos co-evolucionando alrededor de 12.000 años, y que al fin y al cabo,
contribuyen a aumentar el conocimiento de nosotros mismos como especie.
Mi alumna Carmen con Ghost de la Jaille
Chevi Sr