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26 feb 2017

CABALLOS Y EMOCIONES






















Artículo que nos trasmite 
Carmen Orihuel




LA SENSIBILIDAD EN CABALLOS PARA DETECTAR EMOCIONES.


El sistema emocional es un mecanismo que compartimos todos los mamíferos, y esto ya debería ser suficiente para hacernos reflexionar sobre la necesidad de otorgar el estatus moral que se merecen los animales no humanos. La emocionalidad es por lo tanto un rasgo común, que nos une y nos vincula, y que nos ha permitido evolucionar hacia lo que hoy en día nos hemos convertido. Algunos animales demuestran una alta sensibilidad en la detección de las expresiones emocionales.

 Charles Darwin fue una de las primeras personas que reflexionó sobre estas cuestiones tan interesantes como la expresión emocional, y el primero en escribir sobre ello en 1873 en su obra The expresions of the emotions in man and animals.libro charles darwinLo que nos viene a decir es que, las reacciones emocionales tienen una función importante en el proceso de adaptación, por lo que son perfectas candidatas para formar parte del esquema de la selección natural. Un aspecto que ha sido muy discutido es que aquellas emociones que han sido adaptativas se heredan y esto incurre 









en una explicación puramente lamarckista. El gran valor que Darwin aporta en su reflexión es que la expresión de las emociones es innata, y es que existe un sustrato anatómico y fisiológico común en todos los individuos de una misma especie, lo que permite que la expresión de las emociones sea idéntica entre ellos (Choliz, 1995).








Del mismo modo compartimos elementos anatómicos y procesos fisiológicos entre mamíferos, que permiten que nos reconozcamos mutuamente nuestros estados emocionales.



Hemos defendido desde la intuición y la experiencia la increíble sensibilidad que tienen los caballos para identificar las emociones humanas, y modular su comportamiento en respuesta a esos estados emocionales. Algunos de los caballos más expresivos se convirtieron en un verdadero espectáculo, como ocurrió con Clever Hans, “el caballo que sabía matemáticas”.


En 1907 el psicólogo alemán Oskar Pfungst demostró en una investigación formal que el caballo NO sabía matemáticas, pero era capaz de identificar entre las reacciones de los asistentes,  aquellas que estaban relacionadas con la respuesta correcta a la operación aritmética planteada. Es decir, si el público conocía la respuesta correcta, y el caballo se aproximaba a este número golpeando con su pata en una tarima de madera, el público asistente transmitía toda esta información al caballo con su expresión emocional. Esto demuestra una extrema sensibilidad en el caballo para detectar reacciones sutiles en humanos.

La semana pasada se ha publicado en Biology Letters un nuevo estudio MUY MUY INTERESANTE del que nos queremos hacer eco, porque supone un apoyo fundamental al desarrollo de las experiencias de aprendizaje acompañados de caballos. 




¡Y ESTAMOS MUY CONTENTOS Y AGRADECIDOS POR ESTO!

El estudio realizado en el Mammal Vocal Communication and Cognition Research Group de la Universidad de Sussex (UK) demuestra que, como en los perros, nuestra co-evolución (caballo-ser humano) ha permitido que el caballo salte la barrera entre especies en el reconocimiento de las expresiones emocionales humanas.





Este estudio se realizó con 28 caballos, a los que se les mostraron fotografías de personas desconocidas mostrando emociones de enfado y alegría. Algunas conclusiones del estudio son muy ilustrativas: Los caballos mostraron una comprensión funcionalmente relevante de los rostros que estaban viendo.
 En primer lugar, se ha observado que los caballos tuvieron una fuerte reacción a los estímulos negativos pero en menor medida a los estímulos positivos, y esto demuestra el peso que tiene para los animales el reconocimiento de las amenazas del entorno. Según las investigadoras, poder reconocer rostros enojados actúa como un sistema de alerta, y permite a los caballos anticipar el comportamiento humano negativo, como puede ser un manejo violento.


Se observó que la reacción más destacable ante un estímulo negativo fue girar la cabeza bruscamente para poder mirar con el ojo izquierdo, y es que el ojo izquierdo envía la información al hemisferio derecho del cerebro, el lugar donde se procesa la reacción ante situaciones amenazantes.

No es la primera aproximación que se realiza en el campo de la expresión emocional en caballos, de hecho, parte del mismo equipo de la Universidad de Sussex que ha publicado este artículo que comentamos, realizó un interesantísimo trabajo (en colaboración con la Universidad de Portsmouth y la Universidad Duquesne en Pennsylvania) sobre la expresividad facial del caballo. Un trabajo cuyas conclusiones se publican en la revista PLOS ONE en agosto de 2015, y ofrece una compilación de estas expresiones faciales, encontrando que los caballos poseen hasta 17 tipos de expresión, tres más que en chimpacés. Las conclusiones del estudio sugieren que no sólo el caballo cambió la historia y las sociedades humanas desde que empezó a ser domesticado, sino que podríamos hablar de cómo el ser humano también ha intervenido cambiado al caballo. Este trabajo apuntala la idea sobre la significante influencia que han tenido los factores sociales en la evolución de las expresiones faciales, rompiendo con la antigua creencia de que un mamífero tendrá menor riqueza en sus expresiones faciales cuanto más alejado esté (en términos evolutivos) del ser humano.

Resulta verdaderamente interesante y motivador encontrar estos avances en el conocimiento de una especie tan próxima al ser humano en términos etológicos, no genéticos, con la que llevamos co-evolucionando alrededor de 12.000 años, y que al fin y al cabo, contribuyen a aumentar el conocimiento de nosotros mismos como especie.
Que así sea, y que sigamos creciendo y evolucionando con caballos, aplicando un manejo más consciente, el que nos permite todo este conocimiento que ya tenemos de este hermoso animal.


Mi alumna Carmen con Ghost de la Jaille




Chevi Sr