DONDE LAS DAN, LAS TOMAN
TABARNIA
Tabarnia, como la Cataluña
independiente, tampoco existe
Carlos Esteban
España / 27 diciembre, 2017
Tabarnia es un ‘mcguffin’, una
broma, una parodia del argumentario secesionista, que desmonta punto por punto
desde dentro de la propia Cataluña.
En vano fatigará el lector
atlas de recónditas bibliotecas polvorientas buscando su contorno -aunque lo
tiene, y bastante preciso-, y será esfuerzo fútil que explore la historia de
este territorio que nació ayer mismo, como quien dice, sin duda en una noche de
copas.
Es Tabarnia, un vocablo
inventado a partir de Tarragona y Barcelona, que, no existiendo, es muy real en
más de un sentido, que la prensa está ya reflejando y que se ha convertido en
‘trending topic’ en la red social Twitter.
Tabarnia sería esa zona
eminentemente urbana y costera de Cataluña que da el mentís evidente a ese “som
un sol poble” -somos un solo pueblo- en el que insisten con mecánico fanatismo
los independentistas incluso ante la obviedad de los votos, que dibujan una
comunidad autónoma trágicamente dividida en dos mitades casi perfectas, entre
independentistas y no independentistas.
Tabarnia es un ‘mcguffin’, una
broma, una parodia del argumentario secesionista, que desmonta punto por punto
desde dentro de la propia Cataluña.
¿La voz del pueblo, cualquier
comunidad tiene derecho a decidir mayoritariamente su destino? Pues Tabarnia ha
decidido en las últimas elecciones que no quiere separarse de España y que, en
cambio, quiere distanciarse de una Generalitat rebelde.
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¿Espanya ens roba? Tabarnia,
sin ser independentista, es la zona más productiva y dinámica de Cataluña, que
financia a su pesar las alegrías presupuestarias de ‘construcción nacional’ de
una Generalitat ‘indepe’.
Como dice en Twitter Cristian
Campos, “lo de Tabarnia empezó como una broma pero ya hay diputados
independentistas que han perdido los nervios. Debe de ser porque ha golpeado en
la línea de flotación de su autoestima, dejando claro que el nacionalismo sólo
es hegemónico en la Cataluña rural subvencionada”.
Desde un primer momento, el
movimiento secesionista que culminó en la astracanada del 1-O ha insistido en
argumentos que el jocoso invento de Tabarnia desmonta uno a uno, y, por debajo
de cualquier racionalidad, a un sentimiento irracional que los ‘tabarneses’
improvisados parodian, a veces con considerable ingenio.
¿Que Junqueras afirmó en su
momento que los catalanes tenían mayor proximidad genética a franceses y
suizos? Pues Jordi Bernal (@jorbernal) aventura en Twitter que “estudios serios
demuestran que los de Tabarnia tenemos más coincidencias genéticas con los
madrileños, parisinos o neoyorquinos que con los catalanes, más próximos
genéticamente a los campesinos del sur de Francia”.
Tras esa seria reivindicación
de esa Cataluña que produce, innova y paga y no tiene la menor intención de
separarse de España, porque sabe bien el altísimo precio que podría tener la
tartarinesca aventura, el chiste de Tabarnia obliga a abrir los ojos a muchos
de los inventos, falsificaciones, exageraciones y falacias del independentismo.
Después de todo, como afirma Diego de Schower en Twitter, la inexistente
Tabarnia no tiene menos reconocimientos internacionales que la no menos
existente República de Cataluña.
La eficacia de la broma -en
política es siempre más fácil recuperarse de la derrota que del ridículo- está
poniendo a los líderes independentistas más nerviosos que el propio 155. La
aplicación del citado artículo constitucional supone un modo extraordinariamente
barato -tal como se ha aplicado, casi sin sentir- de posar como mártires
heróicos. El pitorreo tabarnés, por contra, les expone como la farsa en que se
han convertido.
Incluso la líder de la lista
más votada en las pasada autonómicas, Inés Arrimadas, y el líder nacional de su
partido, Ciudadanos, Albert Rivera, llaman ambos la atención sobre Tabarnia en
Twitter. Señala el segundo: “Si los nacionalistas alegan el inexistente derecho
a dividir, cualquiera puede hacerlo”.
Esperemos que nadie llegue a
tomarse en serio Tabarnia, que siga siendo hasta el final una broma
especialmente afortunada, aunque en este país que tuvo su República de Jumilla
es arriesgado darlo por hecho. En cualquier caso, viene bien tenerlo a mano
para recordar a los ‘procesistas’ que a su juego puede jugar cualquiera, y que
donde las dan, las toman.
Chevi Sr.