José Vicente, creo que ya conoces mi proyecto frustrado del
raid Moscú Barcelona para el año 1992.
Repasando aquel sueño me he encontrado
con ese dibujo donde me había inventado, con dos c....., un baste para caballo
de reata. Tenía la experiencia del que llevábamos en nuestros recorridos de
entrenamiento por el puerto de la Morcuera, y quería solucionar los fallos.
¡Bendita ingenuidad!
Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid.
AQUELLA ESPAÑA
Aquella España nada tiene que ver con “tiempos de costuras”, “cuéntame…”
o “tiempos revueltos”; tampoco con los documentales continuos, pesados,
espesos, pringosos de la TV2 y similares; ni con las películas, seriales,
culebrones y demás basura que se incrusta de forma continua, programada e implacable
sobre las mentes casi vacías de los españoles.
No sólo se ha manipulado a generaciones de españoles (que viven en este
país…) que acaban de cumplir 45 años, sino a muchos más que sí vivieron en
aquella España, pero a los que han convencido de que cuando estaban satisfechos
tenían hambre, y que cuando reían, lloraban. Nunca un lavado de cerebro tan
constante ha sido tan eficaz. Hasta el punto de que hasta la cobarde, torpe,
estúpida y corrupta derecha ha llegado a considerar que “aquella España” es sólo
un paréntesis vacío en nuestro devenir histórico.
Pero “aquella España” existió, y gracias a ella, durante 40 años, España
dio un salto hacia adelante y también arriba (¡arriba España!), los mejores de
nuestra historia desde los tiempos del primer concilio de Toldo. Era una España
donde primaba el trabajo, sin horas que contabilizar, la paz, la ilusión, la
esperanza y hasta la alegría, pese a aquellos que hacían lo imposible para
poner obstáculos. Era la España en la que hasta los contados “antifranquistas”
vivían mejor.
Ahora aparecen “antifranquistas” hasta en la triste derecha. Asoman por
todas las cloacas y sumideros, y ¡ay! de aquel que se atreva a hacer el menor
elogio de “aquella España” porque se le acaba el pan, la sal y hasta el asiento
a la lumbre. Quizá le quede sólo el vinagre… Es un fenómeno que estudiarán en
el futuro aquellos que busquen las razones del fin de España como entidad
histórica. Porque esta España, tan diferente de “aquella” que conocimos y
vivimos, está al borde de su extinción.
Esta presunta España es la de la corrupción como una de las bellas
artes; la que ha sentado a los terroristas en las instituciones; la que los
saca a carrerilla a la calle para organizarse sus propios homenajes; la que
permite las maniobras separatistas desde las propias instituciones sin que se
haga nada para impedirlo; la que permite los brutales ataques al español en
Cataluña; la que permite movimientos nacionalistas y hasta separatistas en
todas (todas) nuestras regiones, hoy simples taifas autonómicos; la que permite
que la algarada callejera se salte hasta las mismas bases del sistema y consiga
sus objetivos; la que está bajo la sucia bota de las organizaciones de
maricones, ahora denominados gays, que imponen sus ideas, sus planes y hasta
sus leyes; es a la que molesta la familia (no la “tradicional”, la única), la
que permite que nazcan niños sin padre o que sean legalmente adoptados por
maricas; es la España que ignora la herida de Gibraltar y acepta que el entorno
del Peñón sea colonia de la colonia británica; la que consigue un paro del 26 %
sin trazas de que baje este terrible porcentaje; la que mete en mogollón a una
muchedumbre de inasimilables islamistas y negros centroafricanos, sin límites,
sin control…, que serán los votantes de la podrida y por supuesto corrupta
izquierda, islamistas que nos impondrás sus coranes, sus “sharias”, y sus
insoportables hábitos, porque ellos son los procreadores, y no la capada
sociedad abortista, la que se conocía antes como de cultura occidental, por no
decir cristiana; es la del orweliano control ciudadano, el de las cámaras de
seguridad hasta en la sopa, la que guarda en sus archivos hasta el pensamiento
de cada ciudadano para poder acogotarlo cuando haga falta; es la España
inexistente en muchas zonas de España, donde no puede ir ni el rey ni la
Bandera ni puede oírse el Himno Nacional; es el los San Fermines sin Bandera
española, o la de la Feria del Rocío de los andaluces en Barcelona, donde sólo
se ve la verdiblanca moruna que creara un antiespañol llamado Blas Infante, o
las catalanas, incluidas las separatistas; es la que permite que un perfecto
gilipollas con alma perversa haya podido gobernar a esta capada sociedad, y
creando en ratos libres esa vileza de la “Memoria Histórica” que la corrupta
derecha del desagüe acepta encantada; el
de la vileza legal, subvencionada y criminal llamada aborto; la organizadora de
la gigantesca destrucción de nuestro patrimonio, arrasando monumentos, cruces,
escudos, lápidas..., poniendo calles a genocidas, a bandoleros del maquis o a
siniestros etarras…
Podíamos seguir pero nos compadecemos de nuestros amigos (de los
enemigos, por supuesto que no).
“Aquella España” ha desaparecido, y lo que es peor, parece que ha
desaparecido para siempre. No era la España perfecta, aun le quedaba camino por
recorrer, pero de haber sido los políticos que se amontonaron para hacer la
“transición”, no ya buenos, sino simplemente inteligentes, a raíz de la muerte
de Franco, los fallos y las zonas agotadas de “aquella España” se habrían
mejorado y solucionado para poder meternos, como clamaban con pesada
insistencia, en nuestro “entorno democrático” europeo.
Lo dice Vidal Quadras, no lo decimos nosotros, en una carta a Rajoy:
“Oteando un horizonte de por lo menos 5 años de paro por encima del 20 % de la
población activa, crecimiento próximo a cero, deuda pública superior al 100 %
del PIB….”. En el año final de “aquella España”, el paro era del 4 %, el
crecimiento del 7 y la deuda también del 7 %.
Uno que había estudiado muchos años antes que yo en el colegio de los
Jesuitas del Palo de Málaga, escribió lo siguiente: “En la Historia triunfa la
vitalidad de las Naciones, no la perfección formal de los Estados”. Quien
escribió esto se llamaba Ortega y Gasset y lo dijo en “La revolución de las masas”.
Sí, añoramos aquella España, porque era España, imperfecta como lo ha
sido desde que nació a la Historia, pero era España. Esta de ahora no se sabe
ni lo qué es. Y si alguien dice que lo que aquí escribimos es exagerado o
falso, no tiene más que señalarlo y lo discutiremos.
“von Thies”
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