JUAN DE DIOS DÁVILA
Fidel, hoy te escribo con la profunda convicción de que
estás en la Casa del Padre, con la serena y eterna alegría, en compañía de
nuestros padres, de tu hijo Fidel, que prematuramente fue en tu busca, y de todas
aquellas personas justas y buenas que han experimentado la misericordia de
Dios, que nuestros padres nos contaron y trasmitieron con su ejemplo.
Pero también te escribo con la profunda tristeza de ver que
aquel criminal atentado quedará impune, porque 20 años no son nada excepto para
los asesinos que se beneficiarán de la prescripción. Triste es que no se haya
investigado ni detenido a vuestros asesinos. Roma sí paga traidores.
Te escribo desde la profunda tristeza de ver cómo algunos
obispos y muchos sacerdotes creen en el nacionalismo y muy poco o nada en Dios.
Sobre ellos cae hoy la sangre de los inocentes.
Te escribo desde la impotencia al ver la impunidad de los
asesinos y los homenajes de que son objeto, sin que el Gobierno de Rajoy haga
el más mínimo esfuerzo por investigar y detener a vuestros asesinos, evitar el
enaltecimiento del terrorismo e impedir que sigan en el poder.
Esto sea quizás lo que más me duele, Fidel, porque veo que,
hoy, en España, cuanto mayor es el crimen y la injusticia, mayor es la
probabilidad de que quede impere la impunidad. Por el contrario, hermano, a
aquellos que hicisteis de vuestra vida entrega, servicio y sacrificio por todos
los españoles quieren enterraros en la fosa del olvido, echando sobre vuestras
tumbas paladas de mentiras.
El mero recuerdo de vuestras vidas, el explicar por qué
fuisteis asesinados, y que los que os asesinaron tienen hoy el poder político
en casi el 50% de los municipios vascos, es entendido por nuestro Gobierno del
PP como un obstáculo para la paz. Como si lo justo y lo honrado no tuvieran
cabida en la sociedad que quieren construir.
Y esto es quizás lo más peligroso, Fidel, porque vuestro
ejemplo y vuestra vida molestan, porque los principios que convertisteis en
virtudes no son la base en la que se quiere fundar la sociedad. Hoy, nuestro
Gobierno no piensa en la justicia como norma de actuación, su compromiso es
solo con su propio interés.
Te escribo también con el convencimiento, que compartías, de
que en España hay una gente formidable, excepcional. Siempre recuerdo cómo
hablabas de tus caballeros legionarios paracaidistas, cómo veías en ellos esa
nobleza y capacidad de sacrificio del pueblo llano; que salen siempre que se
les ofrece algo grande y generoso por lo que dar la vida y ven que el capitán
va delante de la compañía, juntos en el sacrificio, a cumplir el objetivo.
Siempre estuvisteis dispuestos, tú, tus compañeros y
paracas, a asumir cualquier tipo de sacrificio por el bienestar de todos los
españoles, sin diferencias y sin cálculos. Pero hoy, Fidel, el sucio y egoísta
interés propio, la avaricia, la mentira y la cobardía dictan las decisiones del
Gobierno y de la mayor parte de los políticos. Ellos no entienden que están
para servir, ellos entienden el poder como privilegio, unos para enriquecerse,
otros para envanecerse, muchos para ambas cosas. Muy pocos políticos entienden
el poder como un instrumento para servir a los españoles, y esa escasa minoría
de políticos honrados son perseguidos igual que vuestro ejemplo, porque vuestra
mera presencia es una denuncia de su comportamiento vil, disfrazado de
"ansias infinitas de paz"; como si la paz se pudiera construir desde
la injusticia.
En el 20 aniversario de vuestro asesinato, es el poder de la
ingratitud el que nos gobierna, Fidel. Se quiere os desterrar porque sois
ejemplo de que otra España es posible. Otra España mejor. Pero tú, Fidel, que
hoy gozas de la Esperanza hecha Vida, intercede por nosotros, para que nuestro
empeño en construir una España unida, diversa, justa nunca ceda a la
desesperanza, al escepticismo. Para que hagamos vida ese lema que viviste y me
hiciste aprender de niño: "Sobre nosotros, Dios; con nosotros, la
victoria; en nosotros, el honor. Vencer o morir". Siempre fieles, hermano.
Siempre fieles.
Nota: El hermano del autor, Fidel Dávila, y otros seis
militares fueron asesinados por la banda terrorista ETA el 21 de junio de 1993
en la madrileña glorieta de López de Hoyos. En el atentado, perpetrado con
coche bomba, resultaron heridas otras veinte personas.
Gonzalo Rodríguez-Colubi Balmaseda