LOS RECORTES: EL ORIGEN DE LAS
CORRIDAS MODERNAS
Desde tiempos inmemoriales, recorrían los pueblos de España los
llamados «matatoros» o «toreadores», divirtiendo al público (y cobrando por
ello) mediante la práctica del toreo a pie de forma más o menos rudimentaria
(sorteando o recortando a los toros, dándoles lanzadas o saltos, etc.). Además,
estaban los pajes que, como parte de su servicio, ayudaban a los caballeros a
lancear o rejonear a caballo, realizando los recortes y quites cuando fuera
necesario. Con la prohibición de torear a caballo que en 1723 Felipe V impuso a
sus cortesanos, los modestos matatoros y los pajes empezaron a torear por su
cuenta en las ciudades más importantes y a desatar el entusiasmo del gran
público.
Aunque la lidia de toros se practica desde muy antiguo, en la
segunda mitad del siglo XVIII se produjeron en España una serie de novedades en
su práctica que dio lugar a las corridas de toros en su sentido moderno:
El toreo a pie sustituye al de a caballo.
Los protagonistas ya no son caballeros pertenecientes a clases
altas, sino gente del pueblo que se profesionaliza y cobra por su actuación.
Nacen las ganaderías bravas y se comienza a seleccionar los
toros para la lidia, frente a la situación anterior de mera espontaneidad.
Se construyen las primeras plazas de toros como edificios
permanentes destinados al festejo.
Se escriben las primeras tauromaquias, que fijan la técnica y
las normas y van definiendo el arte de torear.
Existieron dos corrientes regionales de cuya combinación surgió
el toreo a pie: el ámbito vasco-navarro y el andaluz. La tauromaquia
vasco-navarra se basaba en los saltos, en los recortes y en las banderillas,
sin mayor sofisticación, mientras que la andaluza se desarrollaba con lienzos y
capas para engañar a los toros. Durante algunas décadas ambos estilos se
disputaron la primacía del público, saliendo victorioso el modelo andaluz. De
la tauromaquia vasco-navarra dejó constancia gráfica Francisco de Goya, que
presenció los saltos de garrocha de Martincho, del licenciado de Falces o de
Juanito Apiñani en las plazas de Zaragoza y de Madrid. La actual suerte de
banderillas es el único legado que ha perdurado de aquel toreo navarro en las
corridas de toros, si bien siguen muy vivos los espectáculos de saltos y
recortadores en festejos populares.
Con diversas variaciones, se van estableciendo a lo largo del
siglo XVIII todos los elementos de las corridas modernas. Se considera al
rondeño Francisco Romero el padre del toreo moderno. Romero, fundador de una
célebre dinastía, había tomado parte en las últimas corridas caballerescas. Sin
embargo, será su hijo Juan Romero y, sobre todo, Pedro Romero (nieto de
Francisco), Pepe-Hillo y Costillares, las primeras figuras conocidas, quienes
ya en la década de los setenta del siglo XVIII impongan de forma definitiva su
visión del toreo frente a la tradición navarra, muy semejante ya a la actual.
EL CONCURSO DE RECORTES
El concurso de recortes es un espectáculo taurino donde los
participantes se enfrentan a varios toros, por turnos, y realizan toda clase de
recortes, saltos y quiebros sobre el animal, con la finalidad de engañar al
toro en el último momento y arriesgar al máximo para llevarse el trofeo.
Los recortes aparecen en las primeras corridas de toros
celebradas a pie, en las que el torero, con la única ayuda de su cuerpo o con
algún artilugio simple (cinta, silla, garrocha, capucha, espejo) realizan con
pericia piruetas ante el embiste del toro como son recortes, saltos o quiebros
ajustándose a la cintura los pitones del animal.
Su ejecución requiere excelentes condiciones físicas, mucha
habilidad para realizar las suertes y, ante todo, con deportividad. Se cita de
frente y se intenta salir del engaño de la forma más limpia posible, incluso
andando, y se describe una trayectoria circular tomando como punto de
referencia el toro. También son muy comunes los quiebros (de muchos tipos pero
siempre caracterizados por la quietud y frialdad del recortador) y saltos (en sus
distintas variedades, con el objetivo de pasar por encima del toro sin ser
volteado), con garrocha o a cuerpo limpio.
El mismo Pepe-Hillo (1754-1801) recomendaba que se realizaran
sólo a los toros boyantes mientras que Francisco Montes (Paquiro) aseguraba
poder realizarse a todos los toros.
Extendidos por toda España, tienen mayor tradición en la zona de
Levante y zona centro y eran efectuados con toros, novillos o vaquillas en
concursos y en festejos populares en calles y plazas. Algunos de los certámenes
de recortadores más importantes en España son: el Campeonato de España (Las
Ventas, Madrid); la Liga del Corte Puro (Valladolid); el Errekortari (País
Vasco); el Concurso del Pilar (Zaragoza); el Concurso de Fallas (Valencia); el
Concurso de la Magdalena (Castellón); el Certamen de Cantalejo (Segovia); y el
Concurso de Cortes de Medina del Campo (Valladolid).
Una modalidad de recortes, son los concursos de recortes con
anillas. Este tipo de recorte, requiere quizás mejores condiciones físicas que
el recorte artístico o estético, ya que lo se intenta es colocar anillas en los
pitones de la res, generalmente vacas con pitones bastante desarrollados que
exigen mucha dosis de experiencia por parte del recortador ya que, en muchos
casos, son animales con oficio pues son vacas que han salido muchas veces a
estos festejos.
Aquí, la manera de citar,
rara vez se produce de frente, sino con la vaca semivuelta, de modo que cuando
la llame el recortador, esta se vuelva y vaya hacia él, el cual también
describe un semicírculo para ganarle terreno.
Este tipo de cite se le denomina ‘a la media vuelta’. En el
encuentro, entra en juego el temple del recortador para aguantar en la cara de
la vaca y su destreza para meter la anilla en el pitón.
Las anillas son un aro metálico, de 7-8 cm. de diámetro con una
cinta atada de colores vistosos para poderse ver a cierta distancia y
contabilizarlas. En los concursos de recorte artístico la participación es
individual, no como en los concursos de anillas, que se participa por parejas,
lo cual requiere una gran compenetración para hacer los recortes uno detrás de
otro llegando a dominar a la vaca, siendo necesario hacerlo rápido por el corto
periodo de tiempo con el que se cuenta. En Zaragoza tenemos la suerte de tener
quizás el más importante concurso de recortadores con anillas de España,
seguido de los celebrados en Pamplona y últimamente en Castellón.
Cristina Fdez. de Valderrama Alonso