EL PRECIO ES ESPAÑA
ALFONSO USSÍA
3 - junio - 2018
Altísimo. El precio es España.
Por no saber defenderla, Rajoy se la ha entregado a sus peores enemigos. Los
peores enemigos de España son todos españoles, con algún argentino mezclado
entre ellos. Un sector del PSOE, el de Zapatero y Sánchez, odia a España. En
Podemos, el odio es más intenso, como en las menguadas huestes de Garzón. Y
para ser presidente del Gobierno, Sánchez ha vendido a España a los
independentistas catalanes, los independentistas vascos y a los herederos de
los terroristas de la ETA y Grapo. Es decir, que se ha lucido Sánchez para ser
Presidente del Gobierno del Estado que desea destruir.
Me preocupa, y mucho, la
sonrisa permanente de su asistenta Margarita Robles, la silbante resentida de
los papos asimétricos. Ella ha sido la que nos ha anunciado el retorno a las
políticas de Zapatero. Me preocupa el júbilo de Monedero, el de los 400.000
euros, y el de los dueños del chalé. Pero no es la preocupación lo que me
domina. Me manda el asco. Me siento asqueado por ser parte y vida de una nación
maravillosa tan repentinamente poblada de indeseables. De traidores, de
resentidos, de envidiosos y de enemigos de su integridad.
Me asquea que los votos
chantajistas y chantajeados del 0,6% de los españoles pueden determinar el Sí o
el No en una moción de censura de un Parlamento que representa a veinte
millones de votantes. Me asquea que ese 0,6 % de los eternos traidores del PNV,
que han sobrevivido siempre gracias al dinero que han percibido a cambio de sus
coacciones institucionales, pueda ser el principio de una definitiva puesta en
marcha del independentismo. Me asquea el odio a España de unos españoles que
aprendieron a odiar el mismo día de su llegada a este mundo. Y que no han
querido moverse de la aldea, de la aldea donde se enseña a mentir, a falsear y
a vomitar sobre la realidad de España.
Tenía pensado extenderme con
Sánchez. No lo merece. Es el típico hortera de bolera americana y salón de
masajes que aprovecha todas las cloacas para unirlas en torno a su persona. En
esa labor es hábil. Pero no merece la pena Sánchez. No del todo es Sánchez
culpable. Todo empezó con los complejos de inferioridad en la transición.
Complejos de la UCD. Con los años finales del socialismo de Felipe González.
Con la soberbia, la entrega al nacionalismo catalán de Pujol, protagonizada por
Aznar, el que se sabía rodear de los mejores. De los mejores ladrones, quiero
decir. Con el desastroso período de Zapatero. Con la corrupción heredada que no
ha querido atajar Rajoy. Con el PSOE enfangado hasta las cejas con sus ERE. Con
la reaparición del estalinismo en España, y la exaltación de la venganza. Con
unos políticos que se han aplicado en restaurar la guerra finalizada ochenta
años atrás.
Siento asco, y ellos son
culpables, hacia todos los que han colaborado en que esto que hoy sucede, haya
ocurrido. Los ladrones del dinero público y del dinero privado. Los
antiespañoles que sólo respetan a España cuando España los financia. Los
empresarios de la codicia desmesurada y la impostura desmedida. Los obispos que
animan la violencia, y que ya no son los vascos, sino los catalanes de hoy. Los
periodistas que obedecen a sus empresarios, tan difíciles de obedecer porque la
mayoría no se sabe por dónde andan y a qué se dedican.
Siento asco que una tierra
única, en su Historia y su aventura, en su heroicidad y su trabajo, esté en
manos de una generación de auténticos sinvergüenzas, vagos, arribistas,
traidores e ignorantes.
Permítaseme el desahogo. No es
una crítica. Es un llanto. España se merece a España, pero no a tanto hijoputa
reunido en este primer tramo del siglo XXI. Antes los buenos españoles eran
más. Hoy sabemos dónde están los buenos. Es de esperar que no sea necesario
recordarles que lo son.
¿Cómo te pueden odiar tanto,
España?
Alfonso Ussía
Chevi Sr.