DEMAGOGIA
RUFIANESCA
El pasado miércoles la fragata “Navarra” de la Armada Española salvó a 227 personas, víctimas del tráfico ilegal de seres humanos, que navegaban en dos embarcaciones cerca de las costas de Libia. En su actual despliegue, esta fragata española ya ha salvado a 2.000 personas, aunque muchos medios ni siquiera han reflejado la valiosa labor que hacen nuestros militares allí. En total, los barcos españoles de la Operación Sophia ya han rescatado a casi 7.500 personas.
Actualmente las Fuerzas Armadas Españolas tiene desplegados 2.235 hombres y mujeres en misiones internacionales: 1.179 son del Ejército de Tierra, 754 de la Armada, 244 del Ejército del Aire, 12 de la Guardia Civil y 46 son personal de Defensa.
Gracias a la labor que hacen nuestros militares muchas personas de tres continentes reciben ayuda y seguridad, y ven un rayo de esperanza en medio de la fatalidad.
Si nuestros militares no estuviesen allí, los Ejércitos de otros países que sí están lo tendrían aún más difícil para proteger a mucha gente indefensa frente al terrorismo yihadista, para ayudar a las víctimas del tráfico ilegal de seres humanos, e incluso para evitar que toda una zona vuelva a sufrir la tragedia de una guerra. Podemos dar gracias de que España es un país rico en comparación con muchos otros que hay en el mundo. Pero no basta con dar gracias. Nuestra posición nos obliga moralmente a ayudar a los que no tienen medios propios para defenderse y para sobrevivir.
No somos una aldea aislada en medio del mundo. Somos un país democrático que tiene unas obligaciones con su entorno inmediato y para con todo el mundo. Lo más fácil sería dar la espalda a todos y que se las apañasen solos: seríamos entonces un país muy rico y al mismo tiempo muy ruin.
Hay que decir que nunca los militares de España habían contribuido a ayudar a tanta gente de forma simultánea en tantos escenarios distintos, y eso es posible a pesar de que nuestro país es uno de los que tienen menos porcentaje de gasto de defensa en el mundo.
Nuestros militares están llevando a cabo todas esas misiones mientras ven como se recortan cada vez más los recursos necesarios para llevarlas a cabo. Muchos, en nuestro propio suelo, no sólo no agradecen ni reconocen ese admirable trabajo de nuestros militares, sino que incluso lo desprecian sin rodeos. Algunas veces esa actitud surge de un pacifismo tan miope como desfasado, que cree que ante las amenazas y problemas del mundo todo se arregla cantando el “Imagine” de John Lennon. Pero con mucha frecuencia ese desprecio no nace ni siquiera de un sincero pacifismo, sino del odio a España. Digámoslo claramente: a algunos no les gustan las Fuerzas Armadas Españolas no por ser fuerzas armadas, sino por ser españolas.
Han llevado la hispanofobia a unos extremos tan absurdos que ya no tienen reparos en reclamar que se deje sin medios a aquellos que están arriesgando sus vidas por los demás, a cambio de sueldos mucho más modestos que los que cobran ciertos demagogos que no asumen ningún riesgo por quienes sufren y necesitan nuestra ayuda.
Uno de esos demagogos es Gabriel Rufián, diputado de ERC. Ayer recurrió a la demagogia más burda y a datos falsos para pedir aún más recortes en Defensa.
Utilizó, por ejemplo, datos falsos publicados en el diario de Ignacio Escolar que incluyen como presupuesto militar gastos totalmente ajenos al Ministerio de Defensa, como el presupuesto total de la Guardia Civil, una institución policial que depende del Ministerio del Interior y que está dedicada a brindar protección y seguridad a la población civil. Si nos fiamos de las cifras falsas usadas por Rufián, da la sensación de que estamos en Etiopía y no en España. Habló, por ejemplo, de un 32% de pobreza infantil, como si uno de cada tres niños españoles viviese en la calle entre cartones.
Rufián tergiversó unos datos que hablan de “riesgo de exclusión social”, no de pobreza. Citó también la cifra de 500.000 desahucios, sin decir que esa cifra incluye desahucios de tiendas, oficinas, naves industriales y cualquier otro inmueble sujeto a un préstamo hipotecario (no significa, ni por asomo, que se hayan quedado 500.000 familias en la calle). Finalmente, Rufián batió todas las marcas de demagogia animando a la Ministra de Defensa a decirle a la gente que coma balas y que duerma en tanques.
Mire, señor Rufián: devolviéndole sus propios argumentos, ¿por qué no le dice usted a los pobres de Cataluña que coman inmersión lingüística, adoctrinamiento separatista, “esteladas” y consultas ilegales? Porque ésas, y no otras, han sido las prioridades de partidos separatistas como ERC durante muchos años.
Ya puestos, si usted se propone la desaparición de las Fuerzas Armadas, le sugiero varias cosas:
• Que le diga a los inmigrantes que van a la deriva en el Mediterráneo que si tienen problemas le llamen a usted para que vaya a salvarlos. Aunque me pregunto si su demagogia tiene eslora, manga y calado suficientes y un buen motor fueraborda como para rescatar a todos los que necesitan ayuda a la velocidad necesaria.
• Que le diga a las víctimas del ISIS que si se ven amenazadas, llamen a los Mossos d’Esquadra. Eso si el señor Rufián no tiene pensado transferir las competencias de ese cuerpo policial catalán a algún grupo de perroflautas, claro.
• Que le diga a los barcos catalanes que dejen de navegar por el Índico, ya que no tenemos forma de protegerlos porque usted ha decidido que nuestra Armada está de más.
• Que la próxima vez que haya un incendio forestal en Cataluña, diga a los vecinos que se busquen cubos y mangueras, porque usted no quiere que vengan ni los hidroaviones del 43 Grupo del Ejército del Aire ni los medios de la Unidad Militar de Emergencias.
• Que si en algún momento Cataluña sufre alguna amenaza, llame usted a algún aeroclub para que vayan a interceptarla armados con un tirachinas, porque a usted no le gustan los militares que velan por la seguridad de nuestro pueblo.
Además, animo al señor Rufián a que explique a tantos niños hambrientos como ve por España cómo es que un cantamañanas como usted cobra 7.771 euros al mes por calentar un escaño en el Congreso, muchísimo más de lo que cobra cualquiera de nuestros militares por arriesgar su vidas para proteger y ayudar a los demás, y cuyo sueldo quiere usted recortar todavía más.
Francisco Jesus Alvarez
Chevi Sr