EL BOTIJO DE LA LEGIÓN QUE ASCENDIÓ A SUBOFICIAL
Se trata de una historia que había circulado con anterioridad pero acaba de
saltar de nuevo a la palestra gracias a la Revista de la Legión: en la guerra
de Marruecos de los años 20, los legionarios ascendieron a un botijo al rango
de suboficial.
La historia, tal y como le ha
llegado a El Chivato, surge en primera instancia del diario de la época: ‘El
Telegrama del Rif’. En el número del 10 de marzo de 1922 se relata la anécdota
acontecida durante la guerra contra las tropas de Abd el-Krim, menos de un año
después del Desastre de Annual.
Según aquellas crónicas, los
tercios de la Legión que combatían en aquel escarpado paraje del Rif llevaban
consigo un botijo lleno de agua para calmar la sed en plena batalla. Sus
portadores se turnaban cada jornada, y se arriesgaban incluso más que el resto
de los combatientes. Tenían que llevarlo de un lado a otro, entre las balas, y
sin llevar su arma encima.
En aquellos combates, los
disparos de los rebeldes rifeños alcanzaron en varias ocasiones al botijo. Una
de las balas le supuso “una herida que le amputó el pitorro”, tal y como
refleja la crónica.
No fue la única marca que
dejaron los combates sobre la superficie arcillosa del botijo. Los golpes y los
agujeros que iban apareciendo iban siendo restañados, como se suturaban las
heridas que recibían los legionarios.
Por estas ‘llagas’, los
legionarios galardonaron al botijo con unas insignias, hecho que despertó la
curiosidad del autor de la crónica. Cuando preguntó a uno de los legionarios
por tan curiosa condecoración, esta fue la explicación que recibió:
-- “Aquí a nadie se le
pregunta de dónde viene ni lo que es; se castiga al que lo merece, y se premia
el valor, sea quien sea el que lo demuestre; y como este botijo se ha portado
valientemente en lo más recio de la campaña, lo hemos hecho suboficial”.
Chevi Sr
Grupo ligero Sahariano
Aaiun