Se supone que muchas mujeres de los Poetas se han comprometido con la Bandera. Aquí tenemos documento gráfico de alguna en diferentes momentos y circunstancias, pero con una sola intención.
RECIENTEMENTE
Begoña, esposa de Fernando Santa Pau.
La mujer de Ernesto Raventós.
Historia de la Bandera de España
Desde el momento en que el
hombre se agrupó en comunidades, sintió la necesidad de elegir algún signo que
le distinguiese de las demás sociedades. Esta señal de distinción del grupo o
tribu, cuya expresión más común son las pinturas en las cuevas, dibujos sobre
el cuerpo y el tipo de vestimenta y los adornos que la acompañan, han llegado
hasta nuestros días: Por un lado, por los restos arqueológicos que se han
hallado. Por otro, es también hoy costumbre social el vestirse, pintarse,
tatuarse, colocarse aros, colgantes y adornos que indiquen la "tribu"
o grupo social al que pertenecemos.
Este símbolo, que inicialmente
cumplía una mera función diferenciadora, pasó rápidamente a estar dotado de un
carácter religioso al ser dibujado en él el dios o animal sagrado bajo cuya protección
se ponía a la tribu, siendo dotado, cada vez más, de una gran carga emocional,
materializándose en él los ideales de cada una de las agrupaciones humanas.
Cuando es necesario mostrarlo a mucha gente, el signo se coloca sobre un
soporte para poder levantarlo y hacerlo visible. Los emblemas se sujetan a un
palo o lanza para que todos puedan verlos en los poblados o durante los
combates ya que, generalmente, señalaban el lugar donde se encontraba el jefe.
En un extremo de la lanza, se
colocaba un soporte del color característico de la tribu, con dibujos
alegóricos de su historia o ideales; otras veces, era una pequeña escultura la
que remataba el asta o bien diversas colas de animales. Así, los persas utilizaron
un águila dorada, los asirios una paloma, los armenios un león y en la Biblia
se hace referencia a los colores que utilizaban las doce tribus de Israel para
diferenciarse entre sí.
Más conocidas son, sin duda,
las insignias utilizadas por los romanos, consistentes en diferentes figuras de
animales, caballo, loba, jabalí, águila, colocadas sobre un asta. Ellos
muestran lo que podemos considerar la primera bandera: el vexillum, lienzo de
color rojo pendiente de una cruceta que se llevaba al combate y se colocaba en
el lugar en que se situaba el general.
En España, quizás podríamos
afirmar que la primera divisa utilizada estuvo constituida por el penacho rojo
con que los iberos adornaban el casco de bronce que les cubría. Es interesante
constatar que este color va a ser nuestro color nacional por excelencia; tanto
es así que roja va a ser la escarapela de los gorros militares españoles hasta
su sustitución por la bicolor, a mediados del siglo XIX.
Cuando se inventa el escudo,
sobre él se pinta el signo que representa al guerrero que lo porta. Los signos
podían ser personales, representativos de la tribu y más adelante del grupo
guerrero.
Cuando el desarrollo de la
industria textil lo permite, estos signos se pintan sobre una tela que se
sujeta al extremo de un palo largo. Las ventajas son evidentes: Pesa poco, se
transporta cómodamente y se sostiene con facilidad, puede ser de gran tamaño,
puede alzarse por encima de las tropas y se ve desde muy lejos. Además, su gran
superficie permite dibujos más complejos y elaborados.
Golpando Lacio, en el año 456,
escribe que los reyes godos usaron como insignia un león sobre ondas azules.
Julián del Castillo, en su
Historia de los godos dice que usaron bandas amarillas con dos leones rojos
rampantes.
Desde un principio y hasta
hace muy poco tiempo, la bandera ha sido un instrumento militar, que se llevaba
al combate con una triple finalidad:
Ceremonial: Dice a los demás quien es quien.
Práctica: Dice dónde estamos a nosotros mismos, marca la posición
del jefe y sirve de referencia para realizar las maniobras en el combate.
Espiritual: En la tela se representan los símbolos de aquello que
se quiere defender, la razón de ser de esa fuerza.
ALGÚN TIEMPO, MUY POCO, ATRÁS.
Pati Abad. Mi sobrina, Teniente de Intervención.
Cristina Martín Osuna. Esposa de Javier de la Uz, y sus hijas Cristina y María.
Cristina Fernández de Valderrama. Mi esposa.
"En una
corrida en Sevilla, una mujer muy bella, que se asustó cuando el toro estuvo a
punto de cogerme, arrojó una flor para hacerme el quite. Era una rosa que cayó
en la arena, entre el toro y yo, una rosa que llevaba clavada en el pecho.
Entonces yo me tiré del caballo, até la flor a una banderilla corta y le brindé
la suerte:
¡Para que no se
asusten
en la plaza las
hermosas,
a los toros,
las heridas,
se las cubriré
de rosas!".
Angel
Peralta
José V. Ruiz de Eguílaz y Mondría