Mi respetado coronel:
Con motivo de la reciente , y más que justificada, concesión de la
prestigiosa Cruz laureada de San Fernando (Colectiva) al regimiento de
Caballería “Cazadores de Alcántara” Nº 14, ha salido de nuevo a la luz la
controvertida figura de general de Caballería Don Manuel Fernández Silvestre,
Comandante General de Melilla en los días del trágico “Desastre” (Julio de
1921), trágicos sucesos para la Patria, de los que se cumplen ahora exactamente
91 años. A la vista de ciertas informaciones, muchas de ellas tendenciosas,
sobre el general Silvestre, he investigado durante estos días en hemerotecas y
bibliotecas militares, y en mi artículo adjunto le reflejo lo que he podido
averiguar sobre el general. Le
agradecería , que si lo estima de interés, lo publique en su prestigioso portal
“ EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS”. Un fuerte abrazo de su amigo y subordinado
que queda a sus órdenes.
ENIGMAS
RELATIVOS A LA MUERTE DEL GENERAL FERNÁNDEZ SILVESTRE EN “ANNUAL”, EL 22 DE
JULIO DE 1921
GENERAL D. MANUEL FERNÁNDEZ SILVESTRE Y PANTIGA
(1871 - 1921)
COMANDANTE GENERAL DE MELILLA
-
-
INTRODUCCIÓN.- En la primera de las “NOTAS” con que
cerraba mi anterior artículo “LA MUERTE HEROICA DE UN EDUCANDO DE BANDA”,
relativa a los enigmas de la muerte del General de División Don Manuel
Fernández Silvestre, Comandante General de Melilla, el día 22 de Julio de 1921,
al producirse la trágica retirada de nuestras tropas desde la posición de
Annual con la muerte de miles de nuestros soldados ( se cumplen ahora 85 años),
reflejaba mi intención de ahondar e investigar
en archivos y hemerotecas militares, a fin de intentar aclarar (algo muy
difícil a estas alturas) de como se
produjo la muerte del General, cuyo
cadáver nunca fue encontrado. El modesto
resultado de mi investigación lo plasmo, según lo prometido, en las presentes
líneas.
SÌNTESIS BIOGRÁFICA DEL GENERAL FERNÁNDEZ
SILVESTRE, HASTA SU MUERTE EN “ANNUAL” EL 22 DE JULIO DE 1921.-
Don Manuel
Fernández Silvestre, General de División y Comandante General de Melilla cuando
el “Desastre”, sucumbió en la posición de Annual el día 22 de Julio de 1921.
Apesadumbrado por la caída de las posiciones de Abarrán e Igueriben-donde su
jefe el Comandante Benítez y toda la guarnición sucumben cubriéndose de gloria-
, y a las que no ha habido forma humana de socorrer pese a todos los intentos
que se han hecho, y viendo la desbandada tan impresionante de nuestras tropas,
que habían llevado a la deserción de casi todos los “áskaris” (policía indígena
al servicio de España), unido a la desmoralización de las tropas peninsulares,
sin foguear muchas de ellas y con escasa instrucción que hacen que el pánico y
el terror se apodere de las mismas y se transformen en una masa incontrolada
–no todas por supuesto-,batidas ferozmente por los millares de harqueños
rebeldes que nos llevan a un Desastre absoluto y sin paliativo alguno, hacen
que el General de la orden de Retirada, mandando evacuar la posición de Annual,
despidiendo a todos los subordinados y negándose él a abandonarla.
Momentos antes, ha encargado a su Ayudante, el Comandante
Don Tulio López Ruiz que localice a su hijo, el joven Alférez de Caballería
Manuel Fernández Duarte, a quien cariñosamente llamaba su padre “Bolete”(1) y
que se encuentra destinado en una de las Unidades que guarnecen Annual, y
cediéndoles su propio vehículo ligero les ordena que partan inmediatamente de
la posición e intenten romper el cerco y llegar a Melilla. El General abraza
fuertemente a su hijo y se despide de su Ayudante, encareciéndole que destruya
todos los documentos privados existentes en su despacho de la Comandancia
General y haga entrega de una carta a una dama que había escrito para ella. (El
General se había quedado viudo hacía algunos años) (2). Después rogó a sus mas
inmediatos colaboradores que se marchasen y lo dejasen solo, para dirigirse
luego a los parapetos y a pecho descubierto lo vieron situarse junto a una
puerta muy batida por el fuego enemigo. Allí permaneció durante unos minutos
como ensimismado, increpando a unos soldados indígenas que se pasaban al
enemigo y a otros que huían despavoridos, diciéndoles “Huid, huid soldaditos
que viene el coco”. Y su pista se pierde
definitivamente para la Historia con la salida de la posición de la extrema
retaguardia. La última persona que lo vio con vida fue el Teniente Coronel Eduardo
Pérez Ortiz, quien recuerda que lo vio de pie, firme en su puesto, disparando
su pistola contra los harqueños que ya habían empezado a tomar por asalto la
posición. El reloj de la Historia, marcaba en esos momentos (minutos más o
minutos menos) las 11`05 horas del 22 de Julio de 1921.
Y hasta aquí lo que sabemos por testimonios mas o
menos directos. ¿Qué pasó después? ¿Qué fue del General Fernández Silvestre una
vez que los cabileños tomaron por asalto la posición de Annual?. Nunca se supo
y mucho me temo, que ya nunca se sabrá. Se le dio por muerto en campaña, aunque
como decimos su cadáver nunca fue encontrado. ¿Se suicidó?, pudiera ser, (Abd-el-Krim
así lo afirma, aunque su lugarteniente Azerkane le dijo a González Ruano que lo
mataron unos rifeños); se habló mucho de ello y bastante tiempo después; él
siempre decía “nunca me cogerán vivo”. Pero en puridad, no podemos afirmar tal
aserto con absoluta precisión. ¿Muerto en combate defendiendo la posición?, lo
mas seguro. Pues situado de pie, en el parapeto y a pecho descubierto cuando
mas fuerte era el fuego, lo mas lógico es que una bala rifeña acabara con su
vida. Lo que está muy claro es que el General Fernández Silvestre no era ningún
cobarde, pues siempre dio pruebas de un gran valor y de un alto espíritu
militar. Manuel Fernández Silvestre,
nace en El Caney (Santiago de Cuba) el 16 de Diciembre de 1871, y era hijo del
Teniente Coronel de Infantería Don Víctor Fernández y Pantiga y de Doña Eleuteria
Silvestre y Quesada. El 30 de Agosto de 1889 ingresa en la Academia General de
Toledo, pasando después a la de Caballería en Valladolid, de donde saldría
promovido a Segundo Teniente en Marzo de 1893. A Cuba llegó de teniente recién
ascendido y salió de Comandante por méritos de guerra en el transcurso de la
campaña. En el Potrero “Caridad”, al frente de su escuadrón, cargó
reiteradamente contra la caballería insurrecta hasta que fue abatido por dos
disparos. Los mambises le acuchillaron todo el cuerpo dejándolo por muerto,
hasta que un pequeño destacamento de soldados españoles lo recogió desangrado y
moribundo. Logró salvar la vida y desde entonces tuvo una fe ciega en su
“estrella”. El 15 de Diciembre de 1899, y tras obtener la consiguiente autorización
para contraer matrimonio,(Real Licencia obligatoria para todo oficial del
Ejército), se casa con Doña Elvira Duarte y Oteiza, con la que tendrá dos
hijos: Elvira (que fallecería muy niña) y Manuel, a quien, como ya sabemos, su
padre siempre llamaba cariñosamente “Bolete”. El 19 de Enero de 1907, y en
forma repentina fallece su esposa Elvira, dejándole viudo a los ocho años de
matrimonio. No volvería a casarse. Tras
una brillantísima carrera militar, primero, como hemos visto, en la manigua
cubana y mas tarde y casi sin solución de continuidad en las tierras agrestes
de nuestro antiguo Protectorado en el Norte de África, en 1921 lo encontramos
ciñendo ya la faja rojo-carmesí del generalato
y nombrado Comandante General de Melilla. Y es entonces, en ese trágico verano de 1921,
cuando su buena estrella empieza a apagarse hasta oscurecerse del todo en
“Annual” el 22 de Julio de ese mismo año 1921, envolviendo su oscuridad en
fúnebres crespones a las fuerzas que mandaba y en doloroso luto a España entera.
Su figura quedó envuelta en las redes del más absoluto misterio; el no
encontrarse su cadáver dio pábulo a la leyenda y a la fantasía. Debió quedar
confundido entre los cuerpos de tantos soldados españoles muertos en la
posición, muchos de cuyos cadáveres fueron quemados con petróleo por los
rifeños.
Cuando la Reconquista del territorio, los soldados
españoles con sus mandos correspondientes, hicieron todo lo posible por
averiguar el rastro de Silvestre, o al menos encontrar su cadáver. Todo fue
inútil, el General no estaba por ninguna parte, su cadáver no apareció ni
tampoco se pudo lograr la más mínima confidencia que hiciera suponer que estaba
vivo. Abd-el-Krim, que conocía
personalmente al general, había concentrado a los prisioneros españoles en los riscos escarpados de Sit-Kanera, y estaba
claro que Silvestre no estaba entre ellos.
Y la leyenda y la fábula se extendieron por España
como un nuevo romance de moros y cristianos. El General Silvestre estaba vivo y convertido al Islam, ocultaba
su nombre bajo la difícil prosodia de un nombre árabe. Con un harén en la
tierra insumisa, y aún, y merced a sus grandes conocimientos militares, como
jefe y cabecilla de una insurrección en las montañas del Rif agareno. Pura fantasía en fin, sin el menor rigor ni
fundamento. En una colina, no muy lejos de Annual, y hasta no hace muchos
años, existía un “morabito” y en su
interior, bellamente cuidada una tumba, donde según la tradición musulmana se
encontraba enterrado un” valiente jalifa” cuyo nombre nunca se supo. Y de nuevo
surge la leyenda ¿Pudiera ser el cuerpo de este “valiente jalifa”,enterrado
bajo disfraz y rito musulmán , el del General Silvestre?. Una incógnita mas no
despejada hasta hoy.
Varias son las versiones que he podido constatar, en
los muchos diarios de la época y publicaciones militares que he consultado
sobre los últimos momentos de la vida del General, y es lo cierto, que sigo sin
encontrar unanimidad en las manifestaciones y aún al contrario, disparidad en
lo afirmado y no menor concordancia en quienes dicen (Abd-el-Krim y su
lugarteniente Azerkane) “que lo vieron muerto con sus propios ojos”. He aquí la
primera de estas discrepancias. En las líneas que anteceden relato, que según
declaraciones del Teniente Coronel Pérez Ortiz, él fue la última persona que
vio con vida al general, y nos recuerda que “ lo vio de pie, firme en su
puesto, disparando su pistola contra los harqueños que ya habían empezado a
tomar por asalto la posición”. Pues bien, y pese lo afirmado por Pérez Ortiz,
ahora parece ser que no fue él la última persona que vio vivo a Silvestre, sino
que fueron un jovencísimo teniente de Ingenieros y un cabo telegrafista. De lo
investigado resulta: Que en su condición de general en jefe de un ejército en
campaña, el General Silvestre tenía instalada en las proximidades de su tienda
de mando una estación de radiotelegrafía sin hilos (RTSH) modelo “Telefunken”,
atendida por el Teniente de Ingenieros Don Manuel Arias Paz (que tan sólo hacía
un año que había abandonado las eminentes aulas de la Academia de Guadalajara,
pues tenía antigüedad de 12 de Julio de 1920), y el Cabo telegrafista Manuel de
Las Heras. Que, siendo exactamente las
10 horas y 55 minutos del día 22 de Julio de 1921, producida , en esos
instantes, la trágica desbandada de
nuestras tropas y la deserción de la mayoría de las fuerzas indígenas alistadas
bajo nuestra bandera, y cuando ya el “desastre” en la posición española de
“Annual” no sólo se intuía sino que se palpaba inminente ante el feroz asalto
de los rifeños, el General Silvestre, al darse cuenta de que todo está perdido,
se despide de su hijo y da la orden a todo su Estado Mayor de que lo dejen solo
y abandonen de inmediato la posición, salvándose el que pueda. El general tiene
que reiterar la orden una y otra vez, pues sus ayudantes y subordinados se
niegan a irse dejándole solo. Al fin lo consigue, quedando únicamente junto a
él, el teniente y el cabo antes referidos, a quienes da la orden de destruir la
estación de radiotelegrafía –aún a sabiendas de que con la destrucción de la
radio se estaba renunciando a todo tipo de enlace con el exterior y la posible
petición de ayuda- y que intenten
escapar de inmediato. El ilustre
escritor Juan Pando Despierto, nos narra de manera magistral estos últimos
momentos del General Silvestre en la posición de “Annual”, recogiendo unas
declaraciones del Cabo Las Heras (superviviente de Annual”) realizadas 35 años
mas tarde (en 1956) - y a la sazón, Las Heras, en esa fecha Jefe de Taller de
“Standard Eléctrica”- a su jefe el Ingeniero
Don Joaquín López Ferrer, hijo del que fuera Secretario General de la Alta
Comisaría Don Luciano López Ferrer. Le
dice Heras ( y recoge Pando) a López Ferrer: “Una vez destruida la estación, el
teniente Arias y yo subimos a una vieja motocicleta que teníamos aparcada junto
a la tienda del general. Los alrededores
continúan batidos por el incesante fuego rifeño... hay que partir. Ambos
miramos hacia Silvestre y lo vimos como entraba en su tienda. Arrancamos, y aún
no nos habíamos alejado cincuenta metros cuando oímos un tiro que sonaba dentro
de la tienda del general. Indudablemente éste se suicidó”. Arias y Las
Heras lograrían escapar y alcanzar la posición de Dar Drius, y de allí saltar a
Monte Arruit en cuya heroica defensa participan
logrando salvar milagrosamente la vida.
El Teniente Arias Paz llegaría a alcanzar el empleo de Coronel de
Ingenieros, falleciendo en Madrid el año 1965. Es el autor de libros tan
conocidos en el seno de la Milicia como “Mecánica del Automóvil,
Motocicletas y Tractores”, situados entre los mas vendidos de su
clase en lengua española (3).El Cabo Las Heras también se salvó y el año 1956,
relataría las declaraciones a las que he hecho alusión, que, al parecer
(siempre al parecer) reúnen ciertos visos de verosimilitud.
Finalmente y como colofón quiero dejar constancia
escrita de lo manifestado por dos personas que conocieron y trataron en primera persona (antes de
convertirse en sus enemigos) a Fernández
Silvestre. Tampoco hay unanimidad en ellas. La primera es relativa a Sidi Mohamed Azerkane,
lugarteniente de Abd-El-Krim, conocido por los españoles como “Pajarito”, y la
segunda, nada menos que la del propio Abd-El-Krim El Jatabi. Voy a intentar
resumirlas a continuación. En una
calurosa mañana de verano, al inicio de la década de los años cuarenta, el
ilustre escritor y periodista César González Ruano, acude en Mazagán
(Marruecos) a una importante cita, con Sidi Mohamed Azerkane, 2º Jefe de
Abd-El-Krim en las campañas del cabecilla rifeño contra España. El “Pajarito
recibe afectuosamente al escritor, produciéndose entre ambos la siguiente
conversación:
-Azerkane, pregunta Ruano, por España se dicen cosas
un tanto novelescas acerca de la vida del general Silvestre “después de su
muerte”. Se ha llegado a asegurar que aún vive y que acaudilla una de las
disidencias del Atlas contra la colonización francesa.
Azerkane sonríe y dice:
- Sería un anticipo de la resurrección de los
muertos. Silvestre hace muchos años que está muerto.
-¿Y quién se lo prueba a Vd. después de todo?, le
replica Ruano. El “Pajarito” se lleva las manos a los ojos y dice:
-Estos ojos míos que lo vieron sin vida.
-¿Lo vio Vd. mismo?, sigue insistiendo Ruano, ¿Cómo
fue eso?
-De una manera
bastante sencilla. Una muerte vulgar, que a él ciertamente no le
correspondía. Durante la retirada que los españoles iniciaron en el Rif, en la
cábila de Tensamán, o mejor dicho en sus confines, cuando el general caminaba
detrás de su ejército desbandado por la sorpresa, unos rifeños dispararon sobre
él. Yo lo vi muerto, cuando ordené que enterraran a todos, lo mismo moros que
cristianos.
-¿No pudo existir confusión? Replica González Ruano.
-Ninguna. Yo conocía muy bien a Fernández Silvestre,
y allí estaba tendido en tierra, con las señas inconfundibles, los dedos rotos,
el pelo crespo....Yo avanzaba en compañía del hermano de Abd-El-Krim, y se lo
dije : “Mira, han matado a Silvestre”. La misma prisa no me permitió
descabalgar para saludar el cadáver.
Esta debe ser la auténtica historia- termina diciendo
César González Ruano- de la muerte del bravo General Silvestre, al que España
le debe muchas mas victorias que derrotas.
La segunda de las versiones nos viene dada nada
menos que por el propio Abd-El-Krim, y entra en colisión – en lo tocante a la
muerte del general- con lo manifestado por el caid Azerkane. Y ocurrió así: En Marzo de 1954, Abd-El-Krim,
exiliado en Egipto, recibe en su palacio de El Cairo al periodista español
Fernando P. de Cambra, al que ha concedido una entrevista. En un momento de la
misma, el periodista le pregunta al jefe de la Rebelión del Rif, que fue del
General Fernández Silvestre. ¿Cayó luchando? ¿Lo asesinaron? ¿Murió en el
cautiverio?.” No, nada de eso, respondió
Abd-El-Krim, si hubiera sido hecho prisionero le habríamos respetado la vida
como hicimos con el General Navarro. El General Fernández Silvestre se suicidó
en Annual cuando vio que la posición ya no podía resistir más. Fue un bravo
soldado que no admitía la derrota. Tal vez fuera demasiado impulsivo. Tuve
entre mis manos su fajín”. Estas fueron las palabras del anciano “León del Rif”
a nuestro compatriota Fernando P. de Cambra. Al concluir la entrevista
Abd-El-Krim le obsequió con una espléndida cena árabe y una gumía de puño
dorado con la vaina de plata repujada, entregándole a su final una carta para
el General Franco. De regreso a España, Cambra, a través del Ministro de
Información y Turismo, Arias Salgado, hizo llegar al Generalísimo la carta de
Abd-El-Krim (junto con un pequeño informe de lo hablado durante la entrevista que
le concedió en El Cairo), cuya lectura Franco declinó manifestando “ que no
quería saber nada de traidores”.
CONCLUSIÓN.-Y aquí finalizo, sin haber
podido llegar, como acabo de reflejar, a tener exacto conocimiento de cómo fue
la muerte del General Silvestre. Las dudas e incertidumbres siguen y mucho me
temo que ya nunca se aclararán. En todo caso:¿Por qué habríamos de otorgar
mayor veracidad a las declaraciones de un cabo que a las de un teniente
coronel?, o a las contradictorias de Abd-el-Krim (afirma que se suicidó) o a
las de su lugarteniente “Pajarito” (que lo mataron unos rifeños). Si bien, no
quisiera concluir estas líneas, sin antes resaltar algo que resulta evidente a
todas luces, y ello es: que el Excmo. Sr. Don Manuel Fernández Silvestre, General
de División del Ejército Español, “desaparecido en campaña”, según el frio
laconismo oficial castrense, puede que fuera algo impulsivo y temerario, pero
lo que sí era, con mucho, un militar valeroso que rindió siempre culto al
honor; fue de un patriotismo exaltado, sintió una profunda devoción por su Rey
Don Alfonso XIII (de quien había sido Ayudante) y amó a España por encima de
todo. Allí donde quiera que esté su
cuerpo “REQUIESCAT IN PACE”.
General Fernández Silvestre |
Francisco Ángel CAÑETE PÁEZ
Sevilla, Julio de 2012
( En el 91º Aniversario del
trágico “Desastre de Annual”)
NOTAS
- Referente al hijo del General, el Alférez Manuel Fernández Duarte
(Bolete), se ve que pudo llegar a Melilla con el Ayudante de su padre, el
dia 22 de Julio de 1921. En el Anuario Militar de España del Año 1925, lo
encontramos de Teniente de Caballería destinado en el Depósito Central de
Remonta, y en el año 1930 ya figura de Capitán (con el apellido compuesto
de Fernández-Silvestre y Duarte) en la misma Dependencia. El 10 de Agosto
de 1932 se suma a la intentona del General Sanjurjo siendo procesado y
posteriormente expulsado del Ejército. (Decreto de 21 de Enero de 1933.-
GACETA Nº24) . Confinado en Villa Cisneros, logra evadirse y ahí se le
pierde la pista. Reaparece el 18 de
Julio de 1936 participando en la defensa del madrileño Cuartel de María
Cristina, sede del Regimiento de Infantería de “WAD-RAS”, cuyo coronel no
es otro que DON TULIO LÓPEZ RUIZ, su compañero de viaje de Annual a
Melilla, en la trágica jornada del 22 de Julio de 1921. Tomado el cuartel
por los milicianos,
Fernández-Silvestre logra escapar confundido entre los asaltantes.
(No tendría tanta suerte el Coronel López Ruiz, pues a la caída del
cuartel sería detenido y días mas tarde fusilado). El Capitán Fernández-Silvestre consigue
salir de Madrid y pasarse a las filas nacionales, donde sería ascendido a
Comandante, otorgándole el mando de la II Bandera de Falange de
“CASTILLA”,a cuyo frente murió en combate el día 10 de Mayo de 1937. Está
enterrado en el cementerio de Villaviciosa de Odón , y en su tumba, en una
lápida muy desgastada por el paso del tiempo puede leerse: “Aquí yace
MANUEL FERNÁNDEZ-SILVESTRE Y DUARTE. Comandante de Caballería y Jefe de la
II Bandera de Castilla. Murió heroicamente en el frente de Toledo, el 10
de Mayo de 1937”. A los 36 años”.
- Se ha especulado mucho sobre la dama a quien iba dirigida la carta
escrita por Fernández Silvestre la noche antes de su muerte. Hoy, creemos
poder afirmar, que dicha misiva iba dirigida a su madre Doña Eleuteria,
que residía en Melilla con su hijo, en el pabellón del Comandante General,
y junto a dos hermanas solteras de éste: Mercedes y Carmen. En la carta, Silvestre se despedía de su
madre y le enviaba mil pesetas (1.032 exactamente) que, al parecer, era
todo el capital que el general llevaba consigo en esos momentos. Doña
Eleuteria, que ya no se recuperaría de la muerte de su hijo, se trasladó a
Madrid , falleciendo en 1926., en la localidad de Alcalá de Henares,
siendo enterrada, junto a su esposo y una de sus nietas, en el cementerio
de la localidad. En su tumba figura la inscripción sepulcral: “Aquí yacen los padres del General
Silvestre”.
- Datos facilitados por su nieto DON FEDERICO RUBIO ARIAS-PAZ, al que el autor muestra su agradecimiento.
3 comentarios:
Mucho, y controvertido, se ha dicho y escrito sobre la muerte del General Silvestre. Independientemente de que fuera matado por los rifeños o se hubiera suicidado tras la caída de la Circunscripción de Annual, demostró en todo momento su patriotismo.
En su afán por llegar a Alhucemas, no olvidemos las reuniones previas en el campo de batalla, y la muchísima correspondencia cruzada con su Jefe directo el General Berenguer Comisario General. O el telex remitido por SM el Rey Alfonso XIII desde el Palacio de la Magdalena, antes de la caída de Abarrán: “Olé tus cojones”
Vaya por delante mi más sincera felicitación al compañero Francisco Ángel por tan meritorio artículo con el que ha adornado esta página del blog. La forma de expresarse suya es muy fluida y amena; pero, sobre todo, denota su gran capacidad de informarse de modo sistemático sobre el tan complejo y oscurecido tema. A mí, personalmente, su artículo me ha resultado de gran valor informativo en cuanto a las circunstancias personales que rodeaban al General, pues como nunca he podido emplearme con dedicación exclusiva al estudio del tema; algunas de ellas las desconocía y las considero necesarias por si alguna vez pudiera atreverme a opinar en torno al enigmático final de esa tan destacada figura de nuestra historia militar reciente.
Puede ser posible que todas las circunstancias aparentes relativas al caso hayan quedado registradas ya; luego habrá que indagar sobre los otros personajes concurrentes en el tal episodio histórico, quizá (o casi con seguridad) esté en ellos la clave que permita avanzar en el esclarecimiento de la verdad. No se podrá negar que había en aquellos momentos intereses en deformar la verdad, para desmitificar la figura del General en Jefe del Ejército de Operaciones en la zona de Melilla y para hacer recaer sobre ella la total responsabilidad del desastre. Habrá que intentar descubrir, entre otras, la mano poderosa que tiró la piedra y se ocultó; la mano que la generalidad de los historiadores hispanos han desdeñado investigar: la mano de la conjura internacional masónica que desde Tánger planeó, organizó y coordinó el desastre.
Me ha permitido tener un emocionado recuerdo personal de mis dieciséis años, cuando cita al Tte. Manuel Arias Paz. En los años cincuenta, era él profesor de matemáticas en la sección preparatoria para ingreso en la AGM, en el Colegio Infanta María Teresa, de Huérfanos de la Guardia Civil. Allí tuve la suerte de ser alumno suyo, del Comandante Arias ¡Qué gran persona! Jovial, bromista, paciente al extremo, sabio y capaz de que los alumnos lamentásemos que llegara la hora del final de su clase.
José Antonio Chamorro Manzano
XVI Promoción A G M
Querido amigo y compañero José Antonio: Hace dos días te daba las gracias por tus amables frases en relación con mi artículo sobre los Enmigmas de la Muerte del general Fernández Silvestre (hoy lo he vuelto a hacer, en esta ocasión por tu cariñoso comentario a mi artículo sobre el heroico Alférez de Complemento Maroto y Pérez del Pulgar), pero como quiera, que aún no me desenvuelvo bien dada mi reciente incorporación al "Club de los Poetas Muertos", y al ver que mi "Comentario" no figura publicado, pues mucho me temo que algo hice mal, y te las reitero en éste. Gracias por todo, amigo José Antonio, y un fuerte abrazo, Francisco Ángel Cañete,
Publicar un comentario