2 ago 2012

GENERAL FERNÁNDEZ SILVESTRE


Mi respetado coronel:  Con motivo de la reciente , y más que justificada, concesión de la prestigiosa Cruz laureada de San Fernando (Colectiva) al regimiento de Caballería “Cazadores de Alcántara” Nº 14, ha salido de nuevo a la luz la controvertida figura de general de Caballería Don Manuel Fernández Silvestre, Comandante General de Melilla en los días del trágico “Desastre” (Julio de 1921), trágicos sucesos para la Patria, de los que se cumplen ahora exactamente 91 años. A la vista de ciertas informaciones, muchas de ellas tendenciosas, sobre el general Silvestre, he investigado durante estos días en hemerotecas y bibliotecas militares, y en mi artículo adjunto le reflejo lo que he podido averiguar sobre el general.  Le agradecería , que si lo estima de interés, lo publique en su prestigioso portal “ EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS”. Un fuerte abrazo de su amigo y subordinado que queda a sus órdenes.

ENIGMAS RELATIVOS A LA MUERTE DEL GENERAL FERNÁNDEZ SILVESTRE EN “ANNUAL”, EL 22 DE JULIO DE 1921
GENERAL D. MANUEL FERNÁNDEZ SILVESTRE Y PANTIGA
(1871 - 1921)
COMANDANTE GENERAL DE MELILLA
-
INTRODUCCIÓN.- En la primera de las “NOTAS” con que cerraba mi anterior artículo “LA MUERTE HEROICA DE UN EDUCANDO DE BANDA”, relativa a los enigmas de la muerte del General de División Don Manuel Fernández Silvestre, Comandante General de Melilla, el día 22 de Julio de 1921, al producirse la trágica retirada de nuestras tropas desde la posición de Annual con la muerte de miles de nuestros soldados ( se cumplen ahora 85 años), reflejaba mi intención  de ahondar e investigar en archivos y hemerotecas militares, a fin de intentar aclarar (algo muy difícil  a estas alturas) de como se produjo la muerte del General,  cuyo cadáver nunca fue encontrado.  El modesto resultado de mi investigación lo plasmo, según lo prometido, en las presentes líneas.

SÌNTESIS BIOGRÁFICA DEL GENERAL FERNÁNDEZ SILVESTRE, HASTA SU MUERTE EN “ANNUAL” EL 22 DE JULIO DE 1921.-




   Don Manuel Fernández Silvestre, General de División y Comandante General de Melilla cuando el “Desastre”, sucumbió en la posición de Annual el día 22 de Julio de 1921. Apesadumbrado por la caída de las posiciones de Abarrán e Igueriben-donde su jefe el Comandante Benítez y toda la guarnición sucumben cubriéndose de gloria- , y a las que no ha habido forma humana de socorrer pese a todos los intentos que se han hecho, y viendo la desbandada tan impresionante de nuestras tropas, que habían llevado a la deserción de casi todos los “áskaris” (policía indígena al servicio de España), unido a la desmoralización de las tropas peninsulares, sin foguear muchas de ellas y con escasa instrucción que hacen que el pánico y el terror se apodere de las mismas y se transformen en una masa incontrolada –no todas por supuesto-,batidas ferozmente por los millares de harqueños rebeldes que nos llevan a un Desastre absoluto y sin paliativo alguno, hacen que el General de la orden de Retirada, mandando evacuar la posición de Annual, despidiendo a todos los subordinados y negándose él a abandonarla.  
Momentos antes, ha encargado a su Ayudante, el Comandante Don Tulio López Ruiz que localice a su hijo, el joven Alférez de Caballería Manuel Fernández Duarte, a quien cariñosamente llamaba su padre “Bolete”(1) y que se encuentra destinado en una de las Unidades que guarnecen Annual, y cediéndoles su propio vehículo ligero les ordena que partan inmediatamente de la posición e intenten romper el cerco y llegar a Melilla. El General abraza fuertemente a su hijo y se despide de su Ayudante, encareciéndole que destruya todos los documentos privados existentes en su despacho de la Comandancia General y haga entrega de una carta a una dama que había escrito para ella. (El General se había quedado viudo hacía algunos años) (2). Después rogó a sus mas inmediatos colaboradores que se marchasen y lo dejasen solo, para dirigirse luego a los parapetos y a pecho descubierto lo vieron situarse junto a una puerta muy batida por el fuego enemigo. Allí permaneció durante unos minutos como ensimismado, increpando a unos soldados indígenas que se pasaban al enemigo y a otros que huían despavoridos, diciéndoles “Huid, huid soldaditos que viene el coco”.  Y su pista se pierde definitivamente para la Historia con la salida de la posición de la extrema retaguardia. La última persona que lo vio con vida fue el Teniente Coronel Eduardo Pérez Ortiz, quien recuerda que lo vio de pie, firme en su puesto, disparando su pistola contra los harqueños que ya habían empezado a tomar por asalto la posición. El reloj de la Historia, marcaba en esos momentos (minutos más o minutos menos) las 11`05 horas del 22 de Julio de 1921.  
Y hasta aquí lo que sabemos por testimonios mas o menos directos. ¿Qué pasó después? ¿Qué fue del General Fernández Silvestre una vez que los cabileños tomaron por asalto la posición de Annual?. Nunca se supo y mucho me temo, que ya nunca se sabrá. Se le dio por muerto en campaña, aunque como decimos su cadáver nunca fue encontrado. ¿Se suicidó?, pudiera ser, (Abd-el-Krim así lo afirma, aunque su lugarteniente Azerkane le dijo a González Ruano que lo mataron unos rifeños); se habló mucho de ello y bastante tiempo después; él siempre decía “nunca me cogerán vivo”. Pero en puridad, no podemos afirmar tal aserto con absoluta precisión. ¿Muerto en combate defendiendo la posición?, lo mas seguro. Pues situado de pie, en el parapeto y a pecho descubierto cuando mas fuerte era el fuego, lo mas lógico es que una bala rifeña acabara con su vida. Lo que está muy claro es que el General Fernández Silvestre no era ningún cobarde, pues siempre dio pruebas de un gran valor y de un alto espíritu militar.  Manuel Fernández Silvestre, nace en El Caney (Santiago de Cuba) el 16 de Diciembre de 1871, y era hijo del Teniente Coronel de Infantería Don Víctor Fernández y Pantiga y de Doña Eleuteria Silvestre y Quesada. El 30 de Agosto de 1889 ingresa en la Academia General de Toledo, pasando después a la de Caballería en Valladolid, de donde saldría promovido a Segundo Teniente en Marzo de 1893. A Cuba llegó de teniente recién ascendido y salió de Comandante por méritos de guerra en el transcurso de la campaña. En el Potrero “Caridad”, al frente de su escuadrón, cargó reiteradamente contra la caballería insurrecta hasta que fue abatido por dos disparos. Los mambises le acuchillaron todo el cuerpo dejándolo por muerto, hasta que un pequeño destacamento de soldados españoles lo recogió desangrado y moribundo. Logró salvar la vida y desde entonces tuvo una fe ciega en su “estrella”. El 15 de Diciembre de 1899, y tras obtener la consiguiente autorización para contraer matrimonio,(Real Licencia obligatoria para todo oficial del Ejército), se casa con Doña Elvira Duarte y Oteiza, con la que tendrá dos hijos: Elvira (que fallecería muy niña) y Manuel, a quien, como ya sabemos, su padre siempre llamaba cariñosamente “Bolete”. El 19 de Enero de 1907, y en forma repentina fallece su esposa Elvira, dejándole viudo a los ocho años de matrimonio. No volvería a casarse.  Tras una brillantísima carrera militar, primero, como hemos visto, en la manigua cubana y mas tarde y casi sin solución de continuidad en las tierras agrestes de nuestro antiguo Protectorado en el Norte de África, en 1921 lo encontramos ciñendo ya la faja rojo-carmesí del generalato  y nombrado Comandante General de Melilla.  Y es entonces, en ese trágico verano de 1921, cuando su buena estrella empieza a apagarse hasta oscurecerse del todo en “Annual” el 22 de Julio de ese mismo año 1921, envolviendo su oscuridad en fúnebres crespones a las fuerzas que mandaba y en doloroso luto a España entera. Su figura quedó envuelta en las redes del más absoluto misterio; el no encontrarse su cadáver dio pábulo a la leyenda y a la fantasía. Debió quedar confundido entre los cuerpos de tantos soldados españoles muertos en la posición, muchos de cuyos cadáveres fueron quemados con petróleo por los rifeños.  
Cuando la Reconquista del territorio, los soldados españoles con sus mandos correspondientes, hicieron todo lo posible por averiguar el rastro de Silvestre, o al menos encontrar su cadáver. Todo fue inútil, el General no estaba por ninguna parte, su cadáver no apareció ni tampoco se pudo lograr la más mínima confidencia que hiciera suponer que estaba vivo.  Abd-el-Krim, que conocía personalmente al general, había concentrado a los prisioneros españoles en  los riscos escarpados de Sit-Kanera, y estaba claro que Silvestre no estaba entre ellos.  
Y la leyenda y la fábula se extendieron por España como un nuevo romance de moros y cristianos. El General Silvestre  estaba vivo y convertido al Islam, ocultaba su nombre bajo la difícil prosodia de un nombre árabe. Con un harén en la tierra insumisa, y aún, y merced a sus grandes conocimientos militares, como jefe y cabecilla de una insurrección en las montañas del Rif agareno.  Pura fantasía en fin, sin el menor rigor ni fundamento. En una colina, no muy lejos de Annual, y hasta no hace muchos años,  existía un “morabito” y en su interior, bellamente cuidada una tumba, donde según la tradición musulmana se encontraba enterrado un” valiente jalifa” cuyo nombre nunca se supo. Y de nuevo surge la leyenda ¿Pudiera ser el cuerpo de este “valiente jalifa”,enterrado bajo disfraz y rito musulmán , el del General Silvestre?. Una incógnita mas no despejada hasta hoy. 
Varias son las versiones que he podido constatar, en los muchos diarios de la época y publicaciones militares que he consultado sobre los últimos momentos de la vida del General, y es lo cierto, que sigo sin encontrar unanimidad en las manifestaciones y aún al contrario, disparidad en lo afirmado y no menor concordancia en quienes dicen (Abd-el-Krim y su lugarteniente Azerkane) “que lo vieron muerto con sus propios ojos”. He aquí la primera de estas discrepancias. En las líneas que anteceden relato, que según declaraciones del Teniente Coronel Pérez Ortiz, él fue la última persona que vio con vida al general, y nos recuerda que “ lo vio de pie, firme en su puesto, disparando su pistola contra los harqueños que ya habían empezado a tomar por asalto la posición”. Pues bien, y pese lo afirmado por Pérez Ortiz, ahora parece ser que no fue él la última persona que vio vivo a Silvestre, sino que fueron un jovencísimo teniente de Ingenieros y un cabo telegrafista. De lo investigado resulta: Que en su condición de general en jefe de un ejército en campaña, el General Silvestre tenía instalada en las proximidades de su tienda de mando una estación de radiotelegrafía sin hilos (RTSH) modelo “Telefunken”, atendida por el Teniente de Ingenieros Don Manuel Arias Paz (que tan sólo hacía un año que había abandonado las eminentes aulas de la Academia de Guadalajara, pues tenía antigüedad de 12 de Julio de 1920), y el Cabo telegrafista Manuel de Las Heras.  Que, siendo exactamente las 10 horas y 55 minutos del día 22 de Julio de 1921, producida , en esos instantes,  la trágica desbandada de nuestras tropas y la deserción de la mayoría de las fuerzas indígenas alistadas bajo nuestra bandera, y cuando ya el “desastre” en la posición española de “Annual” no sólo se intuía sino que se palpaba inminente ante el feroz asalto de los rifeños, el General Silvestre, al darse cuenta de que todo está perdido, se despide de su hijo y da la orden a todo su Estado Mayor de que lo dejen solo y abandonen de inmediato la posición, salvándose el que pueda. El general tiene que reiterar la orden una y otra vez, pues sus ayudantes y subordinados se niegan a irse dejándole solo. Al fin lo consigue, quedando únicamente junto a él, el teniente y el cabo antes referidos, a quienes da la orden de destruir la estación de radiotelegrafía –aún a sabiendas de que con la destrucción de la radio se estaba renunciando a todo tipo de enlace con el exterior y la posible petición de ayuda-  y que intenten escapar de inmediato.  El ilustre escritor Juan Pando Despierto, nos narra de manera magistral estos últimos momentos del General Silvestre en la posición de “Annual”, recogiendo unas declaraciones del Cabo Las Heras (superviviente de Annual”) realizadas 35 años mas tarde (en 1956) - y a la sazón, Las Heras, en esa fecha Jefe de Taller de “Standard  Eléctrica”- a su jefe el Ingeniero Don Joaquín López Ferrer, hijo del que fuera Secretario General de la Alta Comisaría Don Luciano López Ferrer.  Le dice Heras ( y recoge Pando) a López Ferrer: “Una vez destruida la estación, el teniente Arias y yo subimos a una vieja motocicleta que teníamos aparcada junto a la tienda del general.  Los alrededores continúan batidos por el incesante fuego rifeño... hay que partir. Ambos miramos hacia Silvestre y lo vimos como entraba en su tienda. Arrancamos, y aún no nos habíamos alejado cincuenta metros cuando oímos un tiro que sonaba dentro de la tienda del general. Indudablemente éste se suicidó”. Arias y Las Heras lograrían escapar y alcanzar la posición de Dar Drius, y de allí saltar a Monte Arruit en cuya heroica defensa participan  logrando salvar milagrosamente la vida.  El Teniente Arias Paz llegaría a alcanzar el empleo de Coronel de Ingenieros, falleciendo en Madrid el año 1965. Es el autor de libros tan conocidos en el seno de la Milicia como “Mecánica del Automóvil, Motocicletas y Tractores”, situados entre los mas vendidos de su clase en lengua española (3).El Cabo Las Heras también se salvó y el año 1956, relataría las declaraciones a las que he hecho alusión, que, al parecer (siempre al parecer) reúnen ciertos visos de verosimilitud.  
Finalmente y como colofón quiero dejar constancia escrita de lo manifestado por dos personas que conocieron  y trataron en primera persona (antes de convertirse en sus enemigos)  a Fernández Silvestre. Tampoco hay unanimidad en ellas. La primera  es relativa a Sidi Mohamed Azerkane, lugarteniente de Abd-El-Krim, conocido por los españoles como “Pajarito”, y la segunda, nada menos que la del propio Abd-El-Krim El Jatabi. Voy a intentar resumirlas a continuación.  En una calurosa mañana de verano, al inicio de la década de los años cuarenta, el ilustre escritor y periodista César González Ruano, acude en Mazagán (Marruecos) a una importante cita, con Sidi Mohamed Azerkane, 2º Jefe de Abd-El-Krim en las campañas del cabecilla rifeño contra España. El “Pajarito recibe afectuosamente al escritor, produciéndose entre ambos la siguiente conversación:
-Azerkane, pregunta Ruano, por España se dicen cosas un tanto novelescas acerca de la vida del general Silvestre “después de su muerte”. Se ha llegado a asegurar que aún vive y que acaudilla una de las disidencias del Atlas contra la colonización francesa.
Azerkane sonríe y dice:
- Sería un anticipo de la resurrección de los muertos. Silvestre hace muchos años que está muerto.
-¿Y quién se lo prueba a Vd. después de todo?, le replica Ruano. El “Pajarito” se lleva las manos a los ojos y dice:
-Estos ojos míos que lo vieron sin vida.
-¿Lo vio Vd. mismo?, sigue insistiendo Ruano, ¿Cómo fue eso?
-De una manera  bastante sencilla. Una muerte vulgar, que a él ciertamente no le correspondía. Durante la retirada que los españoles iniciaron en el Rif, en la cábila de Tensamán, o mejor dicho en sus confines, cuando el general caminaba detrás de su ejército desbandado por la sorpresa, unos rifeños dispararon sobre él. Yo lo vi muerto, cuando ordené que enterraran a todos, lo mismo moros que cristianos.
-¿No pudo existir confusión? Replica González Ruano.
-Ninguna. Yo conocía muy bien a Fernández Silvestre, y allí estaba tendido en tierra, con las señas inconfundibles, los dedos rotos, el pelo crespo....Yo avanzaba en compañía del hermano de Abd-El-Krim, y se lo dije : “Mira, han matado a Silvestre”. La misma prisa no me permitió descabalgar para saludar el cadáver.
Esta debe ser la auténtica historia- termina diciendo César González Ruano- de la muerte del bravo General Silvestre, al que España le debe muchas mas victorias que derrotas.  
La segunda de las versiones nos viene dada nada menos que por el propio Abd-El-Krim, y entra en colisión – en lo tocante a la muerte del general- con lo manifestado por el caid Azerkane.  Y ocurrió así: En Marzo de 1954, Abd-El-Krim, exiliado en Egipto, recibe en su palacio de El Cairo al periodista español Fernando P. de Cambra, al que ha concedido una entrevista. En un momento de la misma, el periodista le pregunta al jefe de la Rebelión del Rif, que fue del General Fernández Silvestre. ¿Cayó luchando? ¿Lo asesinaron? ¿Murió en el cautiverio?.”  No, nada de eso, respondió Abd-El-Krim, si hubiera sido hecho prisionero le habríamos respetado la vida como hicimos con el General Navarro. El General Fernández Silvestre se suicidó en Annual cuando vio que la posición ya no podía resistir más. Fue un bravo soldado que no admitía la derrota. Tal vez fuera demasiado impulsivo. Tuve entre mis manos su fajín”. Estas fueron las palabras del anciano “León del Rif” a nuestro compatriota Fernando P. de Cambra. Al concluir la entrevista Abd-El-Krim le obsequió con una espléndida cena árabe y una gumía de puño dorado con la vaina de plata repujada, entregándole a su final una carta para el General Franco. De regreso a España, Cambra, a través del Ministro de Información y Turismo, Arias Salgado, hizo llegar al Generalísimo la carta de Abd-El-Krim (junto con un pequeño informe de lo hablado durante la entrevista que le concedió en El Cairo), cuya lectura Franco declinó manifestando “ que no quería saber nada de traidores”.  
CONCLUSIÓN.-Y aquí finalizo, sin haber podido llegar, como acabo de reflejar, a tener exacto conocimiento de cómo fue la muerte del General Silvestre. Las dudas e incertidumbres siguen y mucho me temo que ya nunca se aclararán. En todo caso:¿Por qué habríamos de otorgar mayor veracidad a las declaraciones de un cabo que a las de un teniente coronel?, o a las contradictorias de Abd-el-Krim (afirma que se suicidó) o a las de su lugarteniente “Pajarito” (que lo mataron unos rifeños). Si bien, no quisiera concluir estas líneas, sin antes resaltar algo que resulta evidente a todas luces, y ello es: que el Excmo. Sr. Don Manuel Fernández Silvestre, General de División del Ejército Español, “desaparecido en campaña”, según el frio laconismo oficial castrense, puede que fuera algo impulsivo y temerario, pero lo que sí era, con mucho, un militar valeroso que rindió siempre culto al honor; fue de un patriotismo exaltado, sintió una profunda devoción por su Rey Don Alfonso XIII (de quien había sido Ayudante) y amó a España por encima de todo.  Allí donde quiera que esté su cuerpo “REQUIESCAT IN PACE”.  

General Fernández Silvestre


Francisco Ángel CAÑETE  PÁEZ
  Sevilla, Julio de  2012  
( En el 91º Aniversario del trágico “Desastre de Annual”)

                                                                                        
   
                NOTAS
  1. Referente al hijo del General, el Alférez Manuel Fernández Duarte (Bolete), se ve que pudo llegar a Melilla con el Ayudante de su padre, el dia 22 de Julio de 1921. En el Anuario Militar de España del Año 1925, lo encontramos de Teniente de Caballería destinado en el Depósito Central de Remonta, y en el año 1930 ya figura de Capitán (con el apellido compuesto de Fernández-Silvestre y Duarte) en la misma Dependencia. El 10 de Agosto de 1932 se suma a la intentona del General Sanjurjo siendo procesado y posteriormente expulsado del Ejército. (Decreto de 21 de Enero de 1933.- GACETA Nº24) . Confinado en Villa Cisneros, logra evadirse y ahí se le pierde la pista.  Reaparece el 18 de Julio de 1936 participando en la defensa del madrileño Cuartel de María Cristina, sede del Regimiento de Infantería de “WAD-RAS”, cuyo coronel no es otro que DON TULIO LÓPEZ RUIZ, su compañero de viaje de Annual a Melilla, en la trágica jornada del 22 de Julio de 1921. Tomado el cuartel por los milicianos,  Fernández-Silvestre logra escapar confundido entre los asaltantes. (No tendría tanta suerte el Coronel López Ruiz, pues a la caída del cuartel sería detenido y días mas tarde fusilado).  El Capitán Fernández-Silvestre consigue salir de Madrid y pasarse a las filas nacionales, donde sería ascendido a Comandante, otorgándole el mando de la II Bandera de Falange de “CASTILLA”,a cuyo frente murió en combate el día 10 de Mayo de 1937. Está enterrado en el cementerio de Villaviciosa de Odón , y en su tumba, en una lápida muy desgastada por el paso del tiempo puede leerse: “Aquí yace MANUEL FERNÁNDEZ-SILVESTRE Y DUARTE. Comandante de Caballería y Jefe de la II Bandera de Castilla. Murió heroicamente en el frente de Toledo, el 10 de Mayo de 1937”. A los 36 años”.
  2. Se ha especulado mucho sobre la dama a quien iba dirigida la carta escrita por Fernández Silvestre la noche antes de su muerte. Hoy, creemos poder afirmar, que dicha misiva iba dirigida a su madre Doña Eleuteria, que residía en Melilla con su hijo, en el pabellón del Comandante General, y junto a dos hermanas solteras de éste: Mercedes y Carmen.  En la carta, Silvestre se despedía de su madre y le enviaba mil pesetas (1.032 exactamente) que, al parecer, era todo el capital que el general llevaba consigo en esos momentos. Doña Eleuteria, que ya no se recuperaría de la muerte de su hijo, se trasladó a Madrid , falleciendo en 1926., en la localidad de Alcalá de Henares, siendo enterrada, junto a su esposo y una de sus nietas, en el cementerio de la localidad. En su tumba figura la inscripción sepulcral: “Aquí yacen los padres del General Silvestre”.  
  3. Datos facilitados por su nieto DON FEDERICO RUBIO ARIAS-PAZ, al que el autor muestra su agradecimiento.

3 comentarios:

Gonzalo Rodríguez-Colubi Balmaseda dijo...

Mucho, y controvertido, se ha dicho y escrito sobre la muerte del General Silvestre. Independientemente de que fuera matado por los rifeños o se hubiera suicidado tras la caída de la Circunscripción de Annual, demostró en todo momento su patriotismo.
En su afán por llegar a Alhucemas, no olvidemos las reuniones previas en el campo de batalla, y la muchísima correspondencia cruzada con su Jefe directo el General Berenguer Comisario General. O el telex remitido por SM el Rey Alfonso XIII desde el Palacio de la Magdalena, antes de la caída de Abarrán: “Olé tus cojones”

José Antonio dijo...

Vaya por delante mi más sincera felicitación al compañero Francisco Ángel por tan meritorio artículo con el que ha adornado esta página del blog. La forma de expresarse suya es muy fluida y amena; pero, sobre todo, denota su gran capacidad de informarse de modo sistemático sobre el tan complejo y oscurecido tema. A mí, personalmente, su artículo me ha resultado de gran valor informativo en cuanto a las circunstancias personales que rodeaban al General, pues como nunca he podido emplearme con dedicación exclusiva al estudio del tema; algunas de ellas las desconocía y las considero necesarias por si alguna vez pudiera atreverme a opinar en torno al enigmático final de esa tan destacada figura de nuestra historia militar reciente.

Puede ser posible que todas las circunstancias aparentes relativas al caso hayan quedado registradas ya; luego habrá que indagar sobre los otros personajes concurrentes en el tal episodio histórico, quizá (o casi con seguridad) esté en ellos la clave que permita avanzar en el esclarecimiento de la verdad. No se podrá negar que había en aquellos momentos intereses en deformar la verdad, para desmitificar la figura del General en Jefe del Ejército de Operaciones en la zona de Melilla y para hacer recaer sobre ella la total responsabilidad del desastre. Habrá que intentar descubrir, entre otras, la mano poderosa que tiró la piedra y se ocultó; la mano que la generalidad de los historiadores hispanos han desdeñado investigar: la mano de la conjura internacional masónica que desde Tánger planeó, organizó y coordinó el desastre.

Me ha permitido tener un emocionado recuerdo personal de mis dieciséis años, cuando cita al Tte. Manuel Arias Paz. En los años cincuenta, era él profesor de matemáticas en la sección preparatoria para ingreso en la AGM, en el Colegio Infanta María Teresa, de Huérfanos de la Guardia Civil. Allí tuve la suerte de ser alumno suyo, del Comandante Arias ¡Qué gran persona! Jovial, bromista, paciente al extremo, sabio y capaz de que los alumnos lamentásemos que llegara la hora del final de su clase.

José Antonio Chamorro Manzano
XVI Promoción A G M

Francisco Ángel Cañete dijo...

Querido amigo y compañero José Antonio: Hace dos días te daba las gracias por tus amables frases en relación con mi artículo sobre los Enmigmas de la Muerte del general Fernández Silvestre (hoy lo he vuelto a hacer, en esta ocasión por tu cariñoso comentario a mi artículo sobre el heroico Alférez de Complemento Maroto y Pérez del Pulgar), pero como quiera, que aún no me desenvuelvo bien dada mi reciente incorporación al "Club de los Poetas Muertos", y al ver que mi "Comentario" no figura publicado, pues mucho me temo que algo hice mal, y te las reitero en éste. Gracias por todo, amigo José Antonio, y un fuerte abrazo, Francisco Ángel Cañete,