BLAS
DE LEZO VERSUS SEBASTIAN DE ESLAVA Y LA
ESTATUA DE LA PLAZA COLÓN.
Francisco
Javier Membrillo Becerra
Coronel
de Caballería ( Rv).
Autor
del libro “La Batalla de Cartagena de Indias”.
En época reciente ha
habido una explosión de acontecimientos con objeto de rememorar la vida del insigne marino
español Blas de Lezo y de los acontecimientos guerreros en los que participó,
en especial la batalla de Cartagena de Indias en 1741, y que, salvo en su
entorno mas inmediato y en especial entre
el valiente pueblo colombiano y la
tradicional Armada española, estaban olvidados por el pueblo español.
Gran mérito en ello ha tenido el libro del colombiano Pablo de
Victoria, que vio la luz en 2005 y la
gran difusión y repercusión mediática, en España, que tuvo dicha obra.
A remolque de dicha
publicación y su tirón publicitario han ido apareciendo otros libros similares así como
proliferaban artículos, conferencias, la magnífica exposición específica del Museo
Naval de Madrid (afortunadamente situado
en su ubicación tradicional lo que ha facilitado el acceso a la misma de un
gran número de visitantes y colegios, impensable si, tal como le ha ocurrido al
extraordinario museo del Ejército, hubiese sido desplazado a otra ciudad y sufrido la censura de la parcial Ley de
Memoria Histórica, aún en vigor a pesar de la promesa del
actual gobierno) y la próxima
inauguración en un lugar destacado de Madrid de la estatua de un “sereno y
reflexivo” Blas de Lezo que a mi modesto entender reflejará, si el boceto aprobado sigue
adelante, la antítesis del batallador,
impulsivo, osado, bizarro, vigoroso , valiente hasta el heroísmo, etc, del marino , tal como las numerosas mutilaciones en su cuerpo , sufridas en combates, lo
acreditaba.
En dichas publicaciones
y conferencias, que con singular fortuna relatan los
acontecimientos acecidos en Cartagena de Indias durante el asalto de las tropas
británicas, la mayoría de las veces de forma novelada, en ocasiones idealizando
a unos y demonizando otros, con inclusión de espías, amoríos y añagazas al estilo de James Bond, relatadas en primera persona, poniendo sobre
el terreno a generales que habían muerto
años antes, sobrevalorando la importancia del hermano del futuro presidente de
EEUU, tratando con disparidad la influencia de las enfermedades locales, minimizando la preparación de la fuerzas británicas, etc.,
es común que reflejen la enemistad y
enfrentamientos del Blas de Lezo y el virrey Sebastián de Eslava, que generalmente se tome carta por el acierto del
primero frente a una supuesta ineficacia del segundo así como que se le adjudique
la máxima responsabilidad de la defensa de
Cartagena al marino frente al infante, al cual se la ha endosado, creo
que con gran injusticia, una leyenda
negra de ineptitud.
Que hubo
enfrentamientos verbales entre ambos no
cabe duda y que los mismos estaban motivados sobre la forma en que se
debería defender la plaza es un hecho acreditado, cosa que , en el proceso previo
a la de toma de decisiones en de un conflicto armado, es una situación normal pero
¿quién tenía razón?.
La máxima
responsabilidad para la defensa de Cartagena de Indias era su
Gobernador Militar pero, a partir la promulgación la Real Cédula 20 de Agosto de 1739 de Felipe V, la ciudad
se integra en el virreinato de Nueva Granada y se nombra como nuevo virrey del
mismo, con el cargo de Capitán General , al veterano y experimentado combatiente ( había participado en la primera campaña de Portugal, en el sitio
de Gibraltar, en la guerra de Sucesión –Barcelona, Extremadura , Almansa,
Zaragoza, Brihuega, Villaviciosa-, Sicilia,
Mesina , Bitono, Bari.- etc) Teniente
General de los Ejércitos Sebastián de Eslava, el cual llega a Cartagena tras un azaroso viaje desde la Península un
año antes de que se desencadenasen los
acontecimiento de 1741 en cuyo momento,
asume la responsabilidad de la defensa de todo el virreinato.
Blas
de Lezo, como Comandante de Marina, tenía
bajo su dependencia las instalaciones terrestres navales y los navíos
asignados permanentemente a la base naval de Cartagena de Indias para el
control de las aguas adyacentes y su
tráfico marítimo así como para colaborar en la defensa de la plaza.
Los navíos españoles bajo
la potestad de Lezo fueron hundidos premeditadamente, en pleno ataque inglés, para
entorpecer la aproximación marítima inglesa
a la ciudad y, entonces, sus tripulaciones se emplearon heroicamente en la
defensa de la plaza como fuerzas de
Infantería de Marina combatiendo pie a tierra y como artillería de costa y de campaña. Por otra parte, mas de las tres cuartas partes de los buques
británico proyectados a la zona eran
para el transporte de la fuerza expedicionaria de desembarco y los navíos de
guerra de dicha flota cumplían el
cometido de proporcionar escolta y protección
a la misma, por lo que durante la guerra
de 1741 no hubo combates navales y la
batalla de Cartagena de Indias fue una batalla terrestre cuya responsabilidad en su planeamiento y dirección, por lo tanto, correspondía, legal y por el escenario de su desarrollo , a Eslava
y no a Lezo.
Pero, igualmente, el
empleo de fuerzas navales españolas combatiendo pie a tierra como
infantería dentro de una estructura
orgánica terrestre complicaba enormemente las relaciones de mando y de
procedimientos, e incluso hoy día en que las operaciones conjuntas ( utilización de fuerzas militares de diferentes ejércitos
de la misma nación ) como combinadas ( empleo de fuerzas militares de
diferentes naciones) están regladas y acordadas, existen fricciones y
distorsiones, y no es extraño que el
impulsivo Lezo se enfrentase abierta y vehemente al virrey Eslava sobre el cómo y por donde atacarían los
ingleses y la forma en que las tropas españolas y neogranadinas ( hoy día
colombianas) debían oponerse a las
mismas y demostrando que, al menos en esos momentos, la actitud de marino no
fue tan “serena y reflexiva” como se le quiere
representar en su futura y madrileña
estatua.
¿Quién de los dos tuvo razón?. Ambos, porque la batalla se ganó y,
aunque las causas de la victoria española fueron variadas, gran parte
de la misma recae en la conjunción simultánea
de las decisiones, actitudes y
comportamientos, complementarios entre sí, que tomaron los responsables de la primera línea de mando española formada por
Eslava, Lezo y el coronel Desnaux , y de
la influencia de la Logística.
Démosle pues a
Eslava la parte proporcional que le
correspondió en la victoria de la Batalla de Cartagena de Indias ( al César lo que es del César) e instalemos
en la plaza de Colón una estatua al heroico marino Blas de Lezo y que refleje, al igual que otros
héroes españoles de idéntico perfil como Agustina de Aragón, El Cid, Daoiz y
Velarde, etc, la actitud guerrera que le
caracterizaba.
4 comentarios:
La historia, para ser cierta, ha de estar fundamentada en los hechos, no en las palabras.
Blas de Lezo fue injustamente vilipendiado después de su heroíca actuación en Cartagena, murió en la indigencia y solamente su hijo, casi 20 años después de su muerte, logró la rehabilitación de su nombre gracias a las declaraciones de testigos y recomendaciones que le fueron hechas al rey por gente principal, que conocian la trayectoria de Blas de Lezo.
Eslava y Desnaux tienen bien merecido el título de nuestro pecado nacional y el olvido.
Según documentación de la época y testigos presenciales, las práctica totalidad de las acciones militares que condujeron a la victoria militar española correspondían a Blas de Lezo. Eslava, hombre celoso de la capacidad de Lezo " le indispuso a Lezo con el Rey Felipe V con insidias y mentiras", lo cual pudo conducir al desastre, pero, parece ser, Lezo, en aras a la defensa de España, por encima de su honor y prestigio personales, que Eslava insidiosamente intentó arrebatarle y hurtarle.
Una vez más, la triste España, con las envidias y celos personales, por encima de los intereses comunes de ambos, la defensa de los territorios españoles.
Eslava era un envidioso y estaba celoso de Blas de Lezo, que no manipulen la historia intentando poner a Eslava como una buena persona. Blas murió en la indigencia por culpa de Eslava, un verdadero cabrón.
De acuerdo con mi compañero de promoción y amigo en todo, menos en los visitantes del Museo Naval y el Museo del Ejército que, desde que está en Toledo recibe más de mil visitantes diarios, mientras que en Madrid no lo conseguía en meses.
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