He recibido en un sobre blanco
la carta que a continuación transcribo. Lo del sobre blanco carece de toda
importancia. En un sobre amarillo, o verde, o sepia, el contendido del mensaje
mantiene todo su valor. En su texto se aprecia una educadísima decepción por
haber sido objeto de una descortesía. No va dirigida ni a usted ni a mí, sino a
los señores políticos, y dice así:
Miki Perez Bravo. Tte. mio en el 14
«Estimados señores políticos: soy un soldado
español que todos los años desfila, si no con mi presencia, sí con el corazón,
en este día de nuestra Fiesta Nacional. Este año, como no podía ser menos, y a
pesar de los recortes (desfilar con el corazón es gratis), también he desfilado
por el Paseo de la Castellana, feliz por sentirme arropado por mis
conciudadanos. Pero al llegar a la tribuna de autoridades y volver mi vista a
la derecha, he visto apenado muchos huecos entre los presidentes autonómicos,
diputados y senadores sin distinción de partidos políticos. Y no sólo apenado,
sino también ofendido, y me imagino que alguno de ustedes tendrá la curiosidad
de saber los motivos de la tristeza y la ofensa.
Porque son ustedes los que me llaman cuando
arde el monte, cuando una riada causa estragos, o cualquier otra desgracia en
la que sea necesaria, para paliarla, mi presencia, mi esfuerzo y mis
conocimientos. Porque son ustedes los que, con el sólo gesto de pulsar un botón
en el Parlamento, deciden que vaya a jugarme la vida por España en Afganistán,
Kosovo, Líbano o cualquier otro destino, y algunas veces la pierda. Porque son
ustedes los que esperan que en caso de necesidad –(ojalá no la haya nunca)–, yo
esté preparado para darlo todo en defensa de mi país y mis conciudadanos,
incluso la vida. ¿Les parecen a ustedes suficientes motivos? Algunos de ustedes
han alegado problemas de agenda, otros que ésta no era su Fiesta… pero cuando
ustedes me llaman y reclaman y me ordenan, yo no miro mi agenda ni compruebo si
para mí es fiesta o no. Simplemente voy.
Ustedes me piden que dé la
vida, si fuera necesario, a cambio de un sueldo irrisorio para lo que se espera
de mí, de mi vocación de servicio y de mi amor a España, y yo en cambio sólo
les pido una hora de su tiempo, sólo una hora cada año, para que demuestren
respeto y reconocimiento por mi labor. Es una pena que ustedes, que dicen
representar al pueblo, no estén a la altura de ese pueblo, que sí sabe
reconocer y agradecer mi esfuerzo y dedicación. Pero estén ustedes tranquilos.
Cuando, si fuera necesario, me llamen para colaborar en la solución humana de
cualquier estrago, o para que me separe de mi familia para ir a un país lejano
a ponerme delante de las balas que no son mías, allí estaré, no por ustedes,
sino por mis conciudadanos.
Hoy era mi fiesta, nuestra Fiesta, y ustedes
no han estado ahí. Así, que con el debido respeto …¡¡¡que los zurzan!!! Por
cierto, yo, como militar, como todos mis compañeros, he recortado un 65% el
gasto del desfile de la Fiesta Nacional en atención a la grave situación que
atravesamos. No lo espero de quienes nos tratan con tanta distancia como falta
de afecto y cariño. No lo espero de quienes siempre que pueden reducen el
presupuesto de nuestra Defensa en beneficio de otras partidas absolutamente
innecesarias. No lo espero de quienes siguen confundiendo el amor a España y la
defensa de los españoles como una nostalgia del pasado. No lo espero, pero
sería de agradecer que también se aplicaran el cuento y el descuento. No lo
espero, pero no me resisto a recordárselo».
José V. Ruiz de Eguílaz y Mondría
Coronel de Caballería
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